lunes, 18 de diciembre de 2023

Ganador de la cuarta edición del concurso de relatos Construyendo cultura en salud menta: "Rompiste el tabú, me hiciste mejor", de David Mabras Morales.

David Mabras Morales, ha sido el ganador de la cuarta edición del concurso de relatos Construyendo Cultura en Salud Mental.

El jurado, compuesto por los bibliotecarios de los pueblos de la Comarca del Mar Menor, una psiquiatra experta en infanto juvenil de la Unidad de Salud Mental del Hospital Los Arcos, un grupo de usuarios y personal de AFEMAR y trabajadores sociales de RESET, ha valorado especialmente la forma de la que el relaro nos habla del estigma que hay sobre el suicidio con un discurso literario de novela intimista.

Enhorabuena David, y hacemos extensible esa felicitación a todos los que en 2023 habéis participado en el concurso, por construir entre todos este océano semántico y terapéutico que pretende construir salud mental a través de la cultura.

Os dejamos el relato ganador:

Rompiste el tabú, me hiciste mejor

El último recuerdo que tengo de mi padre fue en la verbena. Tenía 5 años, y esa noche me tocaba cantar los números de la rifa. ¡Estuvimos a nada de conseguir la paleta de jamón! Era un sábado por la noche, pero de ese verano sólo resta el vacío.

Lo encontraron ahorcado en el garaje. Pero claro, no fui consciente que se había suicidado ya pasado un tiempo. Mi yo alegre y revoltoso dejó de tener chispa. La pena me invadió, la luz en mi mirada se había apagado demasiado pronto. ¿Por qué lo hiciste? ¿Fue por mi culpa? ¿Algo hice mal?

En los años 90, el bullying no existía, quién iba a psicólogos estaba loco y el que se ausentaba del trabajo por estrés era un débil. Nadie me contó que la mente humana enfermaba, que hay que cuidarla, darle cariño y tratarla.

Eres un buen hombre. Gracias a ti, papá, soy psicólogo (y con mi propia clínica y todo). Y permíteme contestarte a tus preguntas, no, no eres un fracasado, no estás loco, ni eres un cobarde. Simplemente, no supimos ayudarte, no supimos darte las herramientas y te marchitaste. Rompiste el tabú, me hiciste mejor.

sábado, 16 de diciembre de 2023

Día 100

                                                                        
          

Hoy observé largamente en el espejo la cicatriz del cuello. Es impresionante. Pocos saben de su existencia y apenas algunos la han visto.

No es fácil hablar sobre lo ocurrido, aunque hayan pasado cien días ya, porque todavía siento una mezcla de vergüenza y de tristeza. Sin embargo, es una marca que me ayuda a comprender que la vida es hermosa y que vale la pena vivirla.

En cinco minutos viene a buscarme un amigo para que vayamos al grupo de terapia. Allí nos encontraremos con personas maravillosas que nos comprenden y nos enseñan cómo enfrentar la realidad. El pasó por lo mismo, aunque no llegó tan lejos como yo. Ambos luchamos aún con algunos resabios de aquellos recuerdos duros y tristes.

Pero hoy estoy más optimista, porque las cosas comenzaron a encaminarse hacia un futuro prometedor. Por eso tomé coraje y me animaré a contar mi historia. Quizás ayude a los demás como los demás me ayudaron a mí y puedan encontrar en mi fe la fortaleza necesaria para seguir adelante, como yo aprendí a encontrar mi propia fortaleza a partir de sus palabras de aliento.

Sonó el timbre. Después seguiré escribiendo. Afuera me espera un mundo de esperanzas…



Nandotto

jueves, 14 de diciembre de 2023

Finalistas de la cuarta edición del concurso de relatos Contsruyendo Cultura en Salud Mental

Estos son los 19 finalistas de la cuarta edición del concurso de relatos Construyendo Cultura en Salud Mental, la edición con diferencia con más relatos enviados para concursar, cuatrocientos ocho.

Desde la Comisión de salud mental y cultura de la comarca del Mar Menor os damos las gracias a todos los participantes por ayudar a crear este océano literario y terapéutico: mil gracias y enhorabuena. El lunes 18 anunciaremos al ganador.

 Rompiste el tabú, me hiciste mejor

Sombras y luz

Cicatrices de tinta

 Cinco minutos

Profe.

Sombras de esperanza

No lo hagas.

La sonrisa de Laura

Chico raro

Reverse


Sin alzar la voz

Chica del espejo.

Una tarde más 

No puedo hacerlo solo

Al límite de todo

Ese monstruo que acecha

Visión distorsionada por la tristeza

Él no te ama

Yoplait

¿Qué queréis?




Aprendiz de vida

Recuerdo mi vida como sencilla y feliz, mi familia estaba unida y yo era buen estudiante y tenía un grupo de amigos con quienes salir los fines de semana e ir a la playa.

Pero con 16 años, la noche llegó a mi vida. Comencé a cambiar mi actitud, me volví agresivo, sentía cosas y oía cosas que los demás no. Mis padres, muy asustados me llevaron al médico, el diagnóstico fue Esquizofrenia y una losa cayó sobre mí.

Inicié un tratamiento que me dejaba atontado, engordaba y me hacía sentir un inútil, aunque las cosas raras ya no me aparecían.

Mis amigos me miraban diferente, ya no era tan guay como ellos, y las chicas casi me esquivaban. Había miradas de condescendencia por todos lados.

Mis padres sobreprotegiéndome, casi no me dejaban salir, y no creían que estuviese preparado para estudiar ni trabajar. Nadie creía en mí, ni yo mismo. Pensé que la vía más rápida sería desaparecer, era lo mejor para todos. Un adiós piadoso.

Un soleado día vi a Luis, nuestro panadero, buscaba un aprendiz. No dudó, me lo ofreció y casi obligado lo acepté.

Ahora mi vida es otra, soy autosuficiente y tengo proyectos e ilusiones.

El cuarto grito

El suave sonido del viento solía darme aviso de la oscuridad que se avecinaba. Un grito que se convertía en dos, luego en tres, nunca en cuatro. Siempre me obligué a levantarme y cerrar la ventana antes de que sucediera. Mi padre murió poco después de escucharlo entrar, también mi abuelo y el padre de mi abuelo.

¿Qué o quién gritaba al anochecer? ¿Por qué? ¿Qué relación tenía con mi familia? Un misterio que estaba dispuesto a resolver antes de que acabara conmigo, con mi cordura.

Llegó el día. Seis treinta de la tarde y mis alarmas sonaron. Mi oído se agudizaba, mi piel se erizaba; mis ojos se clavaron en la pantalla. Observaba las múltiples imágenes de las cámaras de seguridad instaladas recientemente alrededor de la casa y esperé.

Esperaba el sonido del viento. Tan habilidosos se volvieron mis oídos, que censuraban cualquier ruido impertinente, esperé.

Esperaba la vibración en la ventana. Mi memoria espacial era precisa, aún sin luz podía navegar entre muebles y paredes como si fuesen parte de mí, esperé.

«¡Llega ya, llega ya, llega ya!»; me detuve naturalmente antes de repetirlo una cuarta vez. «Maldito número cuatro, maldito anochecer, malditos gritos», esperé…

Segunda oportunidad

Ella trepó en el aire desde la calle hasta el décimo piso y su sangre subió con ella. Entró por el ventanal abierto. Se secó las lágrimas. Guardó en su bolsillo la nota aquella. Abrazó a su abuela. Caminó hacia la escuela, el sol se alzaba en el cielo desde el oeste. Entró a la escuela empujada por otros niños. Sonó el timbre de salida, se abrió la puerta del aula, y ella se sentó en el último banco.

Escuchó las risas, vio sus dedos apuntándole. Se manchó su pollera con la sangre primera de sus 11 años. Le dolió el vientre y se asustó. Se levantó de su silla y caminó sola por el pasillo, mientras sonaba la señal de entrada. Llegó a casa y no desayunó.

Papá dijo: ¿Por qué no comes?

Ella se miró al espejo y se detestó. Se puso el pijama.

Mamá dijo: ¿A qué hora te dormiste anoche?

Ella giró en la cama. Y se durmió llorando.

Sonaron los mensajes en el celular: "Gorda" "Fea" "Sucia" "Tonta".

Pero quizás…

Ella despertó .

Mamá dijo: Acá estoy, te amo. ¿quieres contarme qué pasa?

Papa dijo: Lo que sea. Te amo.

Entonces el futuro existió.

Otra Vez

Otra vez en las noticias. Otro caso más. Otra ocasión en la que lamentarse a posteriori. Y otra disputa en la mesa. Él no lo entiende. Mi padre es testarudo, cabezón y a veces, peca de orgulloso. "En mis tiempos no había ni salud mental ni pamplinas de estas, y todos como una rosa". Mi hermana salta, mi madre trata de mediar, y yo intento explicárselo. Traducirlo a su idioma.

Abandona la mesa refunfuñando. "No sabéis lo que era vivir antes". No, no lo sabemos. Preferimos centrarnos en los problemas del ahora, y este es de los importantes ¿Qué le da tanta rabia? El derecho de la gente a pedir auxilio, o el propio acto de que lo hagan. A veces pienso que él nunca ha tenido la oportunidad de reclamar ayuda. No lo criaron así. Gracias a Dios, piensa él. Me preocupa. Porque lo veo cada día. Más cansado. Más apagado. Abatido. Desesperanzado.

Hoy ha vuelto a aparecer otra noticia similar, pero no ha habido quejas. Solo somos tres en la mesa. Qué pena no poderle enseñar a tiempo el verdadero significado de esas dos palabras tan repetidas últimamente. Para desgracia nuestra, sus otras tres víctimas, nunca lo olvidarán.