De todos los regalos que me dio la vida, empecé a valorar más a la memoria, ante el indescifrable momento de saber que la perdía.
El Test Mini-Mental, los exámenes y la resonancia magnética me convirtieron en una hoja papel A4 traslúcido atravesado por la luz.
El primer estadio de la demencia. La sarta de consejos. Asentir con la cabeza. De las lágrimas ocultas de mi hija.
Del neurólogo y el neuropsicólogo: el grado de deterioro cognitivo. Los cuidadores y el libro "cuando el día tiene 36 horas". De las asociaciones y sus asociados. De la putada que te vean asombrados porque estoy aquí y recuerdo después de ser oficialmente neurodegenerativo.
De mi imposibilidad de atarme los zapatos. De perderme en la ruta hacia no sé... Los eternos devaneos. De renegar por qué, no sé, si ya comí… hoy, quién seré, yo mismo…
Confundir rostros y palabras. Tengo el cabello corto porque voy a la mili. De Martina que atravesó el Darién, huyendo de las desgracias.
De la copita de vino tinto para dejar de ser más demente.
De algo que había dejado suelto, de anteayer que no recuerdo, pero igual sonrió, y no sé, por qué…
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