Al final de la calle vivía Nadia, un alma enredada en las espinas de la desesperación. Sus brazos, testigos mudos de batallas perdidas, llevaban el peso de un oscuro secreto. Un día, en la puerta de su apartamento, encontró una extraña invitación: un ovillo de hilo negro con un único mensaje: "La oscuridad puede tejer un nuevo amanecer".
Intrigada, Nadia comenzó a desenrollar el hilo, solo para descubrir que cada vuelta revelaba no solo su propia historia, sino también la de otros que habían enfrentado el abismo. Siguiendo las instrucciones adjuntas, tejió el hilo en una telaraña, un símbolo de resiliencia a partir de las sombras.
Nadia compartió la telaraña en su ventana, y cada noche la iluminaba con luces titilantes. Intrigados, los vecinos se acercaron. La telaraña se convirtió en un santuario de confesiones silenciosas, donde cada hilo contenía la carga de alguien más.
Este drama se desplegó como un icono de superación, donde hilos de la angustia se transformaron en una red de apoyo inquebrantable. La imagen se volvió viral, dando lugar a toda una red social de lucha contra el suicidio, transformando cada oscuridad en el principio de una nueva historia.
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