Me encerré en mi, a pesar de la tela de araña que formaron a mi alrededor, para no permitirme caer, pero iba en picado.
Y un día cualquiera, apareció mi marido con un libro en la mano, y me dijo: lo he visto en la biblioteca, he pensado que puede gustarte.
Desde aquel día, y muy lentamente, la lectura me hizo tejer aún más fuerte esa tela de araña, creer en mí y quererme; la solución estaba entre las páginas, entre esas aventuras e historias que cada semana me traía de la biblioteca.
Esa fortaleza que descubrí en mi, hizo ponerme a prueba.
Viajar completamente sola y caminar durante diez dias con una mochila como única compañera de viaje.
Anduve ese tiempo e iba soltando piedras acumuladas en la mochila, y a cambio iba llenándola del cariño y apoyo de personas desconocidas, disfrutando de sonidos, olores, paisajes, sensaciones y experiencias extraordinarias.
Llegué a una catedral y lloré como una niña, descubriendo que soy fuerte y valiente, capaz de todo, y no débil, insegura, e inferior como siempre he creído ser.
Encontré mi cura entre páginas y caminando.
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