lunes, 11 de diciembre de 2023

Un Abrazo que Devuelve la Esencia

Su viejo, pero noble corazón se rendía. Los débiles chasquidos, en
medio del huesudo pecho, presagiaban un inevitable final. Inocencio,
abatido y compungido, decidió abandonar el hospital. Calle abajo, vio
a un angustiado joven ataviado de mujer, presto a lanzarse desde un
puente hacia una muerte segura. Detuvo su marcha y después de tomar
una bocanada de aire, le inquirió:

—¿Qué pretendes lograr?

—¡Acallar para siempre a mis verdugos!

—Escogiste la peor manera.

—¡No encuentro mejor salida!

El anciano, desnudándole el alma con una profunda mirada, le ofreció:

—Yo me lanzaré, si me prometes que tú no lo harás y pedirás ayuda para
salir de ese inseguro estado donde te han despojado de tu esencia.

—Señor, ¿qué sentirá su familia cuando se enteren de la locura que
cometió?, imagínese por un instante el dolor que les provocará por tan
egoísta decisión.

—Mis seres queridos, seguro estoy, igual que lo harían los tuyos,
morirían de tristeza. Nada les aliviaría la honda pena de mi
desesperado acto. Ellos, ahogados en un remolino de dudas, fallecerían
conmigo.

Impregnado de esperanza, el chico descendió de la baranda, recogió sus
tacones y abrazó al buen hombre, el cual, suspirando de alivio, murió
en sus brazos.

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