Todo formaba parte de mi suicidio metafórico, las pastillas de la discriminación y las soluciones mágicas me crearon una sobredosis de pensamientos redundantes que no me llevaron a nada. Nadie más que yo sabía que tus últimas palabras fueron las que me reconfortaron y aliviaron, lejos de ese insensato pero auténtico dolor que todos confunden con la tristeza, con el término coloquial "estoy depre".
Valió la espera el final de tu silencio, ya que luego de dos minutos de sentimientos, puntos suspensivos me dijiste solo dos palabras que por primera vez no me hicieron compararme con nadie más: "Soy tú".
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