viernes, 1 de diciembre de 2023

Rompiste el tabú, me hiciste mejor


El último recuerdo que tengo de mi padre fue en la verbena. Tenía 5 años, y esa noche me tocaba cantar los números de la rifa. ¡Estuvimos a nada de conseguir la paleta de jamón! Era un sábado por la noche, pero de ese verano sólo resta el vacío.

Lo encontraron ahorcado en el garaje. Pero claro, no fui consciente que se había suicidado ya pasado un tiempo. Mi yo alegre y revoltoso dejó de tener chispa. La pena me invadió, la luz en mi mirada se había apagado demasiado pronto. ¿Por qué lo hiciste? ¿Fue por mi culpa? ¿Algo hice mal?

En los años 90, el bullying no existía, quién iba a psicólogos estaba loco y el que se ausentaba del trabajo por estrés era un débil. Nadie me contó que la mente humana enfermaba, que hay que cuidarla, darle cariño y tratarla.

Eres un buen hombre. Gracias a ti, papá, soy psicólogo (y con mi propia clínica y todo). Y permíteme contestarte a tus preguntas, no, no eres un fracasado, no estás loco, ni eres un cobarde. Simplemente, no supimos ayudarte, no supimos darte las herramientas y te marchitaste. Rompiste el tabú, me hiciste mejor.

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