Dicen que a nadie le gusta tener una pareja con depresión; generaría angustia y conversaciones amargas un miércoles por la noche. Dicen que a nadie le gusta tener un empleado con depresión; será que su productividad disminuye y en las reuniones de equipo las risas no resuenan como deberían. A nadie le gusta tener un hijo, un hermano, ni un amigo con depresión. Estas cosas les pasan a los otros, esto no entra en mi casa. Y entonces pongamos que no exista. Pongamos que tú y yo no estemos aquí sentados, cenando este insípido plato, con un elefante en la habitación: mi depresión sordomuda. Pongamos que solo supiéramos recordar los días bonitos, hablar de todo un poco y de lo que importa nada. Pongamos que no me sienta impotente cuando observo, desde lejos, la vida de los otros y pienso en su forma de vivir con tanta ligereza; para mí sería una labor titánica con el peso que llevo encima. La gravedad es más severa conmigo, me empuja y me empuja hacia el suelo. Pongamos que digan que fue una enfermedad que la mató, una enfermedad cuyo nombre no osan pronunciar. Pongamos que esta cena no sea un adiós; pongamos…
Blog con los relatos presentados al concurso convocado por la Plataforma “Salud Mental y Cultura”, integrada por la Unidad de Salud Mental Comunitaria del Hospital de Los Arcos-Mar Menor, las concejalías de cultura de los municipios de Los Alcázares, San Javier, San Pedro del Pinatar y Torre Pacheco, las asociaciones AFEMAR, AIKE Mar Menor y LAEC, y la Fundación entorno Slow-Proyecto Neurocultura de Torrepacheco.
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