Querido Yo:
Antes del día que estás planeando, déjame decirte algunas cosas:
Te veo sufriendo y sin poder escapar, pero te mudaste a un futuro triste, me abandonaste y no sabes cuánto te extraño.
Ven, toma mi pequeña mano, necesitas sanar, todavía nos faltan velas por soplar y me gustaría estar aquí para nuestro próximo cumpleaños.
No tengo a nadie más, te necesito, eres la única persona que puede defender mi vida con colmillos y garras. Sálvame un día, y después otro, por favor.
Sé que no me recuerdas, por eso anda, abre el cajón y saca esas fotografías donde no hay sonrisas forzadas, donde estás sobre la bici o en la que estás agarrando un gato.
Regresa a esos sitios donde amabas la vida, allí me reconocerás, sujétalas fuerte y dales otra oportunidad, no es necesario que adelantes el paso de la muerte.
Yo te aseguro, que, si no me sueltas, los dos aprenderemos a vivir y morir lentamente con los años, como lo hacen todas las criaturas de este planeta.
Quédate conmigo y enséñame la sabiduría que hay detrás de tú dolor mientras yo intento que recuerdes quién eras.
Tu niño interior.
No hay comentarios:
Publicar un comentario