Fue hace dos años cuando mi vida de un momento a otro comenzó a tambalearse, y un precipicio se abrió ante mis ojos. En el suelo de esa habitación el tiempo se me paró y el corazón se me rompió en mil pedazos
Fueron meses duros, con visitas casi constantes a esa planta de psiquiatría infantil que adornaban con dibujos marinos en un afán de conseguir devolvernos a esa niñez que se deshacía en nuestras propias manos, como cuando en la playa, esa a la que tanto me gustaba ir, cogía la arena con las manos y me sentía libre, como creía que nunca más lo haría de nuevo.
Yo no quería vivir, y ella no quería vivir. Es ahora cuando le doy gracias a todos esos médicos que hasta en tres ocasiones fueron quienes de salvarme la vida, la cual ya ni yo era capaz de controlar. Ahora, dos años después me siento viva, y mirando a esa gran estrella que brilla todos los días en el cielo recuerdo: ella quería vivir, y yo quería morir, ella murió por mí y yo tengo que vivir por ella.
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