Abrázame y no me dejes caer. A veces soy como un puzle de Tetris, donde mi pieza no encaja en tu cerebro. No me dejes de ver porque otras personas te digan que no estoy ahí; estoy en cada espejo de tu casa, y a veces salgo para que no te guste lo que veas en ese trozo de cristal. Hago que tu voz no salga, y dejes de poder explicarle a tu madre por qué estás todo el día en tu habitación sin ganas de hacer nada. He sido tu desesperación, y la cuerda que ataste al ventilador ese veinticinco de Diciembre; pero también la esperanza que viste en ese momento, y decidiste que era mejor vivir y superarme.
Sé que no soy lo “normal” dentro de tu vida cotidiana, pero no por ello estoy mal. Formé, formo y formaré parte de tu vida, pero no dejes de abrazar la posibilidad de que hay un final. Y está mal que lo diga yo, pero alza tu voz.
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