Largas décadas de haber dejado atrás una guerra con sus miserias y sus vicisitudes y seguía portando armas. En esa confrontación se cercenaron vidas, se mutilaron mentes y cuerpos de los involucrados, quiénes no llegaron a recomponerse al carecer del apoyo psicológico ni los necesarios sentimientos de la familia y entorno…
No alcanzaba conmemorar cada 2 de abril para mitigar penurias imborrables, como si la sangre derramada y los estallidos surgieran en pesadillas atronando con infernal fuego, lo que al momento de dormir cada uno debía tener el fusil imaginario apoyado en el pecho para hacer frente a los demonios propios.
La posibilidad de autoeliminación no estaba contemplada porque era reconocer como vencedor al enemigo, el cual era uno mismo… Restaba disparar primero y ver qué o quién caía abatido al suelo; si el que sufría la pesadilla o su reflejo… cada noche la batalla se repetía como consecuencia ilógica de la gesta de Malvinas, gentileza del diablo nos había inmiscuido…
Cuatro décadas transcurridas y demasiados camaradas habían partido culpa del reflejo nocturno que los había vencido, por eso era el arma, la fortaleza de la mente, para resistir ese asedio bélico sembrado en plena juventud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario