Una vez me dijeron que no podemos controlar nuestros sentimientos, sólo mirarlos desde otra perspectiva. Desde ese día siempre sigo el mismo protocolo en una situación de "código azul" como las he terminado bautizando.
Si me encuentro en la habitación o el comedor a oscuras, acurrucada, y la soledad empieza a colarse uso toda la energía que me queda en ese momento para levantarme, lavarme la cara y ponerme la chaqueta; la dificultad de este paso depende de cuanta angustia y tristeza cargues contigo ese día, luego se vuelve más fácil.
Cierro la puerta detrás de mí y me paro a respirar el aire fresco de la calle. Empiezo a caminar hacia el parque sin ninguna prisa y a cada paso que doy siento que el corazón se aligera, mientras observo a la gente de mi alrededor paseando a sus mascotas o jugando con sus hijos. El viento sopla las ramas, y las nubes hacen formas curiosas encima de los árboles.
Cuando salgo de casa y miro todo con otra perspectiva, aunque me sigue costando, parece que pesa un poco menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario