martes, 31 de octubre de 2023

Sin alzar la voz

Abrázame y no me dejes caer. A veces soy como un puzle de Tetris, donde mi pieza no encaja en tu cerebro. No me dejes de ver porque otras personas te digan que no estoy ahí; estoy en cada espejo de tu casa, y a veces salgo para que no te guste lo que veas en ese trozo de cristal. Hago que tu voz no salga, y dejes de poder explicarle a tu madre por qué estás todo el día en tu habitación sin ganas de hacer nada. He sido tu desesperación, y la cuerda que ataste al ventilador ese veinticinco de Diciembre; pero también la esperanza que viste en ese momento, y decidiste que era mejor vivir y superarme.

Sé que no soy lo “normal” dentro de tu vida cotidiana, pero no por ello estoy mal. Formé, formo y formaré parte de tu vida, pero no dejes de abrazar la posibilidad de que hay un final. Y está mal que lo diga yo, pero alza tu voz.

lunes, 30 de octubre de 2023

Terapia de grupo

Estábamos juntas las cinco: María, embarazadísima; Sofía y Laura, tiradas en las colchonetas con sus bebés; Ana, dando la teta, y yo, moviendo desesperadamente adelante y atrás un cochecito gemelar. Las cinco y Mónica, nuestra madre de madres: la psicóloga que había convertido aquel grupo terapéutico en un lugar de seguridad.

"Me voy a morir de sueño", había dicho Ana, y todas nos reímos; "yo, de amor", añadió Laura, haciendo monerías a su precioso crío.

Entonces, yo miré a Mónica, y solté, temblorosa, una pregunta que me tenía atormentada.

"¿De qué mueren las madres?"

Hubo un silencio largo. Sofía me tendió la mano: mis compañeras conocían bien mi historia, la espiral de angustia en la que me sumí después del parto, cuando intenté acabar con todo.

La psicóloga respondió serenamente.

"La principal causa de muerte materna en Europa es el suicidio", dijo.

Me asolaron mis recuerdos: la soledad, el sufrimiento, el borde del abismo. La salida lenta y difícil, pero segura, junto a aquel grupo de mujeres que me estaba acompañando.

"Si yo no he muerto", repuse, "es, en parte, gracias a vosotras".

Y pensé que, ojalá, todas las madres en mi situación tuvieran el apoyo que yo había recibido.

Mi vida y el hastío

La muerte es el principio de algo: creemos en Dios porque tenemos miedo y si nos equivocamos, hay dos posibilidades; culparlo o rogarle. Y nos justificamos en decir que solo él podrá juzgarnos y así pretendemos ser libres, pero la verdad es que tenemos miedo de serlo, pues conduce a una muerte segura, porque vamos un pasó más allá, causándonos dolor, uno que desconocemos.

Yo creía que, pasando la adolescencia, la vida sería más fácil, porque todos decían que se terminarían los cambios de humor y el sentimiento de vacío, pero todo va demasiado rápido, me he acostumbrado a correr por las calles y me dicen que no es que este deprimida, sino que ahora vivo en la realidad y que ésta es difícil, pero no tengo un lugar donde refugiarme y duele.

Últimamente me he sentido muy cansada y con sueño ¿será el trabajo? Las imágenes llegan dispersas a mi mente, como fotografías y no como videos, como si extrañara algo, pero no sé qué es, me siento como el reproche del polvo que no es aceptado: sola.

La vida no es difícil, los pensamientos sí.

Herencia sin consumar

Nadie más en aquel espacio donde el silencio constituye la unidad monetaria de los presentes. En uno de los vértices, frente a un nicho cuya abertura triplica a la de los ordinarios, mi espíritu improvisa una oración civil.

En su interior, mi padre, entre otros. Yo apenas si tenía uso de memoria cuando su hégira y mientras perduró la inocencia, mi madre mantuvo su versión de paradero desconocido.

Con los años, cuando me crecieron los pelos y el acné, mi curiosidad y los diretes vecinales me acabaron por conducir a este rincón proscrito en el que se amontonan los que recurrieron a soga y balanceo para reducirse ni siquiera a recuerdo.

Primero mosén Cosme, y después el resto de los párrocos que detentaron el poder eclesiástico en un pueblo sin almirantes, el mío, impidieron que los asesinos de sí mismos compartieran espacio con los buenos cristianos en el cementerio hasta que advino mosén Lope para desestigmatizar a los suicidas.
–He venido a informarte, padre, de que yo también tuve tu soga en mis manos, pero cuando iba a asestar la última patada me acordé de su ausencia, digité un teléfono y vinieron por mí con la sonrisa puesta.

¿Por qué esperar?

Con el maletín en la mano y ajustándose la corbata Jorge entra corriendo a la clínica. Llega tarde. No le gusta hacer esperar a la gente. Va directamente al despacho 2. La puerta está abierta. De pie una joven vestida en vaqueros y deportivas con un moño algo despeinado le espera.

- Hola, soy Jorge. Luna ¿verdad? - le estrecha la mano. Ella le sonríe asintiendo.

El aroma de dos manzanillas con anís inunda la sala.

Una hora más tarde la consulta ha terminado. Ambos salen.

- Has dado un paso muy importante, quizás el más importante, que es pedir ayuda. El camino no es fácil, pero la decisión que has tomado es muy valiente y si mantienes la misma determinación que te ha traído hasta aquí lo conseguirás. Cuando alguien tiene una dolencia física suele acudir pronto a un centro de salud. No espera a que su dolor sea insoportable y que le incapacite llevar una vida normal. Cuando es la mente la que tiene el problema hay que actuar de la misma manera. Mi secretaria te dará la siguiente cita. Hasta la semana que viene Jorge.

- Muchas gracias Luna. Hasta la semana que viene.

Esta soy yo

Para alguien que ha probado la desesperación y no ve salida, la autoeliminación es la vía que escogen para escapar del dolor. Si no lo logran deberán enfrentar las acusaciones de la sociedad. La debilidad y cobardía son las palabras más suaves que suelen recibir, teniendo que defenderse de las recriminaciones. Después de un tiempo podrían llevar un diagnóstico que se entrega a ellos como una pesada piedra en sus corazones. Su camino se ve empinado teniendo que llevar un estigma que muchos no entenderán lo destructor que puede ser. Tal vez sea Bipolaridad, TEA e incluso esquizoafectivo, pero lo que es realmente terrible es cuando las miradas y comentarios te agobian. Mostrando la peor cara de la humanidad, pero es allí en donde te levantas y dices: esta soy yo y no me disculparé por ello. No eres ajeno a la oscuridad y eso lo sabes bien, intentan avergonzarte de tus cicatrices diciendo que nadie te amara. Eres valiente y tienes heridas que son recordatorios de las batallas a las que sobreviviste. Hay un lugar para nosotros donde seremos gloriosos y ni siquiera las palabras más filosas podrán cortarnos.

jueves, 26 de octubre de 2023

Los Héroes Anónimos de nuestra vida

En lo más oscuro de nuestras vidas, cuando las sombras de la desesperación amenazan con apoderarse de nosotros, descubrimos que los héroes no siempre llevan capas o escudos relucientes. A veces, son personas comunes, amigos y familiares que, sin saberlo, se convierten en los guardianes de nuestra salud mental y previenen la amenaza del suicidio. Cuando nos encontramos perdidos en un mar de pensamientos negativos. Nuestra mente se vuelve un torbellino de tristeza y ansiedad, y nos cuesta encontrar una razón para levantarnos cada mañana. Pero, como un faro en medio de la tormenta, alguien extiende su mano. A veces es una persona cualquiera que, sin juzgar, nos escucha durante horas y con sus palabras y comprensión, nos hace ver que no estamos solos en esta lucha. 

Hoy, a medida que miramos atrás, vemos como héroes de esos anónimos, que nadie conoce, cambiaron nuestras vidas. Su apoyo inquebrantable nos salvó de las profundidades de la desesperación. A través de su amor y cuidado, nos demostraron que la vida puede ser hermosa, incluso en los momentos más oscuros.

El abecedario de mi amor por ti

a) amor: es lo que mueve el mundo, lo que todos buscan.

b) bondad: el lado bueno que tienes.

c) casual: la casualidad no es casualidad sino que Dios los cría y ellos se juntan.

d) decisión: elegirte.

e) estrategia: para conseguir tu afecto.

f) felicidad: felices estamos.

g) gloria: después de la paz y armonía.

h) humildad: hacerlo.

i) ilusión: maripositas del estómago.

j) justicia: repartir mitad y mitad.

k) kínder bueno: tomar algo dulce de vez en cuando.

l) locura: amar sin razón.

ll) llavero: abrirte mi corazón con esta llave.

m)martirio: no me lo pongas más difícil.

n) necesidad: cuando te echo de menos.

ñ) ñoñerías: ñoños, así estamos al vernos.

o) organigrama: lucha de poderes para poder amar a la pareja.

p) pasión: fuerza que empuja la conquista.

q) química: entre nosotros.

r) rebeldía: atreverse a hacer cosas que tal vez o nunca has hecho.

s) suerte: que te toque la lotería.

t) tener: te quiero.

u) ubicación: para citarnos.

v) victoria: ganar la partida de amarte.

w) week: semana que paso sin ti.

x) xilófono: el instrumento que tocan nuestros hijos.

y) yodo: para curar nuestras heridas.

z) zombie: me tienes sin capacidad de reacción.

Exit

Un día la noticia médica de que uno de mis progenitores sufría enfermedad terminal provocó en mi un terrible cortocircuito haciendo que mis cables neuronales y sus fusibles saltaran. En ese momento se produjo terrible deflagración que ocasionó incendio emocional. Intenté salir por la única puerta que conocía pero, era imposible, en vez de abrirla más la cerraba. Sería pasto de las llamas que prendió aquel diagnóstico. Marché hacia las inmediaciones del Mar Menor para apagar allí ese pavoroso fuego, aunque no habría solucionado nada. Estaba apoyado en un pretil mirando fijamente la superficie del líquido elemento. Uno de los viandantes debió ver el humo o la llama que se desprende cuando uno arde en terrible depresión y, señalando hacia el agua, me dijo:

-" Amigo, tu fuego no lo apagas ahí. Cuando está bloqueada la puerta principal utiliza la de Exit , pues la hay. "

Le pregunto:

-"¿Dónde está? No encuentro la de emergencia."

Él contesta:

-" Aquí la tienes."

Hablamos largo rato ;al final consiguió con sus palabras salvarme al mostrarme que hay salida.

Recuerda, solamente haciendo caso a quien te indica la dirección obligatoria saldremos del callejón que parecía sin salida.

Sanar

Patricia se sentía lejos del diván y cerca de la muerte. Las pérdidas físicas de familiares, el distanciamiento con su hijo y un tratamiento oncológico parecían anunciar la intención dónde el miedo y la desesperanza eran protagonistas de su vida. Una tarde de verano camino de regreso a su casa después del trabajo, su motocicleta se detuvo frente al edificio del cementerio. La visión negativa y el desorden emocional estaban a flor de piel. Mientras un contingente de personas descendían de un micro, Patricia permanecía paralizada e inmutable, solo atravesada por sus pensamientos suicidas. Hasta que un hombre mayor y de barba blanca la tomó de la mano, le ofreció un trago de agua de su botella y mirándole a los ojos como si fuese un conocedor del alma humana, le expresó:-Todos hemos sufrido desengaños y pérdidas. No permitas que ello oculte tu sencillez y bondad. Enciende tu motocicleta y ve a ese lugar dónde cientos de niños esperan su merienda. Una simple afirmación, sin ningún motivo científico que hizo de efecto placebo en ella la conectó con la vida. Observar, escuchar, empatizar y ayudar, porque si estás vivo tu misión en la tierra no ha concluido.

¿Y si te tocara a ti?

Los adultos hoy en día no cuidan de su salud mental. Cuando tienen un problema se lo aguantan dentro hasta que les consume. Se embrutecen. Se lastiman. ¡Qué triste! No saben que se lastran a sí mismos. Con lo fácil que es alzar el vuelo con un poco de humildad. Todo proviene del orgullo. En ocasiones se confunden egoísmo y orgullo. Es bueno ser egoísta. ¿Quién cuidará de uno más que uno mismo? El orgullo va más allá, demasiado más. El orgullo nos separa de los demás. El orgullo establece una diferencia que antes no había entre los demás y nosotros mismos, nunca la hubo. Reconocerse vulnerable asusta y mucho. Exponerse a los ataques del enemigo es una conducta propia de un suicida. ¿O no es así? Quizás sea más propio del suicida el encerrarse en uno mismo desconfiando del mundo. Hay gente mala en el mundo que te convencerá de esto. Negar esto sería una locura y más aún tratar de vivir como si el mal no existiese entre nosotros, como si no existiese en nosotros. Únicamente depende de ti. Nadie más vendrá a ayudarte. El primer paso debes darlo solo. ¿Te atreves?

Ese monstruo que acecha

El no puede permanecer en el aula, no puede pertenecer, no puede permitirse ser alojado, quizá porque nunca lo fue. Hubo un padre que ejerció violencia sobre su familia. El punto límite fue cuando intentó matar a su mamá, y él recuerda ese día, recuerda el alivio que sintió cuando los policias se lo llevaron. "Mi papá era un mounstruo" dice. Durante las noches no puede dormir tranquilo, ha observado cómo un animal negro entra por la ventana del baño y lo acecha mientras él duerme en un colchón, en el suelo de la cocina. Lo abrazo y le digo que quizá son pesadillas que parecen reales, y él me dice "y si mi papá, un día de éstos, regresa?" La fragilidad de un niño, la fragilidad de la salud mental, la fortaleza para contarlo y querer ser la mejor versión, el largo camino de superar para llegar a ser, una construcción que gira entre la inocencia, la rebeldía, la picardía y la búsqueda permanente de ser mirado, cuidado y amado.

El encierro de la locura

Se lo llevaron, no era mío, pero me lo arrebataron, rota me dejaron, lo encerraron. Alivio y frustración, el miedo, pálida y sin aliento me dejó. Después de haber esquivado a la muerte con algo de suerte, después de perdernos en un infierno real, que parecía un sueño del que nuca íbamos a despertar, bofetada de realidad, cuando le robaron su libertad.

Alivio…pues mi cabeza estaba a punto de reventar en mil pedazos,de desesperada realidad

Frustración…por no haber podido devolverle la cordura y no encontrar la llave de su cerradura

Rabia...porque todo en lo que creía, parecía que se desvanecía.

Miedo...ese que te produce arcadas, que hace temblar, hasta el más minúsculo vaso sanguíneo tambalear

Y el dolor…el que te arranca el corazón, como si se te desgarrara el esternón. Sientes que te vas rompiendo por dentro, sangras inevitablemente por los ojos, en forma de lágrimas, no puedes detenerlo.

Y la fuerza...lo más importante, esa que te permite seguir hacia delante, luchando contra todo pronóstico, que te hace levantar, porque tu lucha tiene un sentido, la libertad.

Y así fue, no paré, hasta que el mismo encontró la salida del laberinto de su locura.

El puzzle

Muchos han dicho que me falta una pieza o que soy un genial imitador de Frankenstein, mezclo realidad y fantasía, aunque quien te asegura que es real lo único que ven tus ojos. En los puzles las piezas encajan, yo nunca lo he hecho por mi particularidad de hacer cuadrar los círculos, triangular los rectángulos y enderezar los cuadrados para que sigan las líneas orbitando.

Mi mente pasa de un campo de amapolas al entierro de un palillo que ha ejecutado su último servicio, para mí el soldado de plomo es un perfecto nadador y la bailarina es incapaz de mantenerse en pie.

He visto a demasiados reírse o entretenerse con mis desvaríos, pero ellos me dieron un espacio, construyeron un lugar al que llamamos "respeto e igualdad". Con ellos las piezas se complementan sin depender de sus formas, mis historias son bien recibidas y no importa tanto si son tildadas de verdad o mentira.

Algunos les llaman cuidadores, asociación, voluntarios, para mí son hermanos mayores que nos cuidan. En nuestro centro nos reunimos con otros sujetos que tienen grandes poderes como yo, algunos son capaces de convertirse en otras personas, para mí son "el puzzle".

martes, 24 de octubre de 2023

La rutina de Mario

Mario se levantaba cada día a las 7 de la mañana. Desayunaba en su gran comedor, con su gato y su perro rodeándole los pies. A las 7 y media, se lavaba su cara perfectamente simétrica, se echaba gotas en sus ojos azules y salía por la puerta hacia el trabajo. Todo el mundo adoraba a Mario. Tenía una suscripción al gimnasio al que iba tres veces por semana. Su cuerpo, atlético, atraía miradas allá donde fuera. Mario siempre tenía varias notificaciones en su móvil, planes por hacer y una pareja que lo adoraba. Nadie diría que Mario tenía algo malo. De hecho, Mario no sabía qué había de malo en él. Lo tenía todo. Pero cada mañana, mientras se miraba al espejo, se veía vacío. Sentía un agujero negro en su estómago que se hacía más y más grande.

Mario nunca dejó de asistir a las quedadas con amigos. Nunca dejó de superarse en el trabajo, de saludar a sus compañeros con su sonrisa tímida. Mario llamaba rigurosamente a su familia una vez a la semana. Sin falta. Pero cuando Mario se quiso dar cuenta, el agujero negro lo devoró en silencio. Nadie supo qué le faltó a Mario.

Quién ayuda a quién

Cada semana como ritual esperaba fumando un cigarrillo antes de la terapia, antes de sentir ese torbellino de emociones y el micro mundo generado en ese breve pero intenso lapsus de tiempo.

Llegó por recomendación. Alguien le dijo que hablara con un experto de lo que ronda en su cabeza constantemente. Difícil elegir en quien confiar y que no juzgara sus entrañas como si diseccionara una rana en un laboratorio.

Desde la primera sesión sintió comodidad, sentía que podría escudriñar su mente y quizás poner orden. Pasaba los días apagada. Cómo si una pausa se activara al salir de terapia y se activara con el cigarrillo antes de entrar.

Pensaba que no volvería a sorprenderse por nada, que nada sería capaz de sacarla de su anhedonia tan parte de ella, decía que todo había perdido color, aunque esperaba que no fuera así. Le sorprendió ese burbujeo que empezó a fluir en la primera sesión y se extendió inundándolo todo. Pensaba de manera tan consciente que el automático había desaparecido. Captaba toda su atención, le recordaba aquellas sensaciones de hacía años, recordaba por qué había elegido esa profesión.

Fue así como una adolescente perdida le devolvió la ilusión por ser terapeuta.

Querida hermana

Querida hermana,

Sé que estás cansada. Harta.

Que ya no puedes dar un paso más.

Antes que tu mente, ya lo supo tu cuerpo. Hundiéndote poco a poco entre tus hombros, como si estuvieran desechos. Los pies se arrastran por el cemento. Tus ojos evitan mi mirada. Por miedo a que te los lea y descubra tus monstruos, tus pensamientos.

No sabes por dónde empezar.

La mochila que cargas a tu espalda se hace cada vez más pesada y gris.

Te has visto al borde del abismo demasiadas veces.

Has mirado frente a frente, al vacío.

Has querido caer.

Has querido escapar de aquí.

Pero, querida hermana, yo compartiré el peso. Escucharé todo, aunque no entienda nada, aunque no sepa bien qué decir. Me desviviré, te cuidaré, te apoyaré junto a mí.

Sé que no puedo desenredar el ovillo de tu cabeza. Sé que no puedo hacerte feliz.

Pero sí puedo sentarme a tu lado.

Y llorar, y gritar, y reír.

Sé que no puedo sacarte del precipicio. Sé que no quieres que tire de ti.

Pero sí puedo darte la mano y contar fantasmas hasta que dejen de existir.

Querida hermana, sé bien que te quieres marchar, pero yo no puedo dejarte ir.

Necesito el aire ajeno, pero el mío es fundamental

Mis conocidos siempre me decían:

"Qué bien te vemos"

Yo les contestaba educadamente:

-" Gracias, igualmente."

Pero ellos no veían que mi luz interior, la mental, se apagaba y que si no ponía remedio terminaría mi llama de vida totalmente anulada.

Un día me dije:

-" No calles más, pide ayuda de especialista que te oriente antes de que sea tarde."

Fui al psicólogo y me habló así:

-" Puedo ayudar a avivar ese fuego pero, para conseguirlo no basta con el soplo de los entendidos en el tema, el que de verdad ha de darle alta llama eres tú; sin la férrea y dura madera de tu voluntad nada lograré. Si no lo haces el puente que te tiendo se romperá y la poca llama que queda se apagará para siempre."

Cuando salí me apoyé en aquella barandilla , en la que otras veces estuve tentado a saltar hacia el vacío, y pensé:

-" Nunca seré yo quien apague la luz de mi mente, aunque se nuble el futuro y me pongan altas barreras avivaré la única motivación para vivir, la salud y claridad mental ."

lunes, 23 de octubre de 2023

Combatiendo el frio

-Aquel día reímos a carcajadas.

-A mí que me importa, sólo quiero quitarme de en medio y que todo esto acabe.

-Perdona Ainhoa, creía que te apetecía hablar de algo agradable –le respondió Antonio con infinita ternura.

La adolescente miró al desconocido como si fuese el culpable de aquella dantesca situación, él la miró como si fuera su hija, tendrían más o menos la misma edad.

Ainhoa se encontraba encaramada a la barandilla oxidada de cualquier puente olvidado, él le tendió su anorak al verla tiritando, mientras le explicaba con cariño que no sería agradable morir, y mucho menos con frio.

Ella lo aceptó y comenzaron a hablar de cómo se encontraban cada uno en su particular existir.

Antonio fue siempre una persona que sabía escuchar y Ainhoa era lo que necesitaba en ese preciso instante, que la escuchasen.

Pasaron los años y ambas familias celebraban el día en que se encontraron en aquel puente como si de un cumpleaños se tratase. Con el tiempo Ainhoa se tuvo que despedir de un Antonio que cedía ante el implacable tiempo, en su última tarde ella le arropó para evitar el frio y ambos rieron mirándose a los ojos.

Cilicio

Estoy borracha. Lo sé porque suena Bunbury fuerte en el monoambiente y jamás molesto con la música, soy una vecina muy considerada. Además, me consta porque escribo como si cometiera un «pecadito», y es lógico, en este estado solo puedo arruinar el texto. Es miércoles y me embebí dentro de media botella de tinto recién iniciada. En condiciones normales, duraría hasta el fin de semana.

21:02, me espera una noche larga.

La página de Word solo tiene el esqueleto del cuento que quiero armar; sin embargo, el personaje principal ya vive. Con placer, puedo sentir cómo la idea heideggeriana que escuché en la radio durante la mañana pretende tomar forma y meterse en la mente de mi héroe para decirle algo así como que «la angustia es la reacción de lo humano a la nada, y el tedio es la respuesta de lo humano al todo. La nada y el todo se juntan para…».

Durante la escritura me interrumpe un mensaje. Es la tía Lili, que en un audio de WhatsApp me cuenta que «se dibujó» la imagen de lo que sería un señor en los restos de cera derretida de una vela y, en un segundo audio ampliatorio, me explica que la representación del señor de cera no puede ser más que la señal de que pronto cambiará de empleo.

Dejo de escribir y la escucho atenta, ya que su obstinación por ver señales de los astros en todo me parece patológica, pero no le puedo decir eso, así que respondo el mensaje y a las cuatro fotos de la mentada vela con un «q fuerte! posta? Solo a vos te pasan esas cosas».

Ella insiste en que aumente el tamaño de la imagen para que pueda contemplar mejor la proyección del aparecido. Trato de explicarle que ya lo vi, que no hace falta que me envíe más fotos y, poniendo el audio número seis, escucho que atribuye mi voz de gata de arrabal a las alergias de primavera. Dejo que lo crea, dado que tampoco voy a explicarle los motivos de mi dicción torpe.

Cuando estoy por contestarle, llega otro audio, ahora de mi abuela. Pregunta si cené bien y si el fulano con el que me encontré el lunes me llamó. Me digo a mí misma: «¿Para qué le contaste del sujeto?», y sé perfectamente que la respuesta es: para que no se preocupe. Ella es de otra época y no entiende que alguien se separe porque sí y menos eso de hacerse mejor amigo del ex del que uno se separó porque sí.

Quizás mi Lela comprende mejor de lo que imagino el alcance de las palabras «porque sí», y en realidad lo que le pesa es que, aun con toda su complejidad, él haya podido rehacer su vida inmediatamente. Al margen de eso, tengo claro que no pienso explicarle a mi señora abuela que no está en mis planes vincularme con ningún humano, y menos le diré que en aquella cita, mientras fingía oír con atención las historias trilladas del espécimen de turno, en realidad no dejaba de pensar en dónde anotar que las comillas correctas son las del «Alt 174». Semana a semana, en el taller de escritura me las corrigen y no hay forma de que las recuerde.

Por supuesto que, omitiendo referirme a la cuestión de fondo, contesté el audio a mi amada octogenaria con un «Lela, cené riquísimo, y sí… tengo galán». No dije nada respecto de mis problemas con las comillas. Se inquietaría.

Continúo el cuento y me siento prodigiosa al dominar el WhatsApp Web y la mente de mi personaje simultáneamente, aun con esta dosis de malbec en sangre.

21:27, nuevo audio, ¡ahora de mi ex! El Cacas —apodo que los memes de Facebook me proveyeron— me dice que su novia no sé qué cosa, que opine respecto del oficio judicial que recibió su sector y que en el diario salió no sé qué más y yo, por supuesto, disimulando lo mejor posible que siento que el mouse de la computadora me esquiva la mano, le contesto con un «ahora estoy escribiendo, pero te prometo que mañana veo todo». De lo de la novia no le digo nada, porque sé que es en vano (conociendo desde hace años su síndrome de Don Juan DeMarco, ni pierdo tiempo en consejos).

Retomo la escritura. WhatsApp Web me distrae, así que lo cierro. La idea de la angustia y el tedio es deliciosa, lástima que mi estabilidad emocional está siempre en menos diez, porque esta misma historia en manos de un buen escritor sería una maravilla.

Otro audio de mi tía Lili. Lo dejo correr. Sin oírlo, escribo respuesta desde el teléfono: «¡Diantres, querida, guau!».

Bunbury canta cada vez más fuerte, me habla sensual cerca del oído, le pido que se quede quieto, que estoy ocupada. Me hace caso, pero desde la cama veo que Cyrano Hércules Sabino de Bergerac o, más bien, Cyrano Penacho, como lo llamamos los íntimos, quien quedó desde anoche enredado entre mis sábanas, se levanta para tomar la posta y distraerme. Me resisto, le digo que no, que estoy ocupada. Basta. «¿Podés creer?», le comento a Hamlet (el trastornado príncipe me acompaña a la derecha del teclado, me contempla con sus ojos hermosos, siempre en silencio). Pienso: «¡Mis novios son tan intensos!».

Estoy inmersa en el texto, mi personaje sufre y yo sigo tirando de la soga. Casi como un acto reflejo, reviso si llegó otro audio, pero me espanto al ver que el último enviado es mío: le hablé a Gustavo. Siempre que tomo lo hago. Elimino el mensaje sin oírlo, no me interesa qué pude decirle a ese gil. Me imagino la cara que pondrá cuando vea, una vez más, mis mensajes eliminados.

Desde el día que me dijo que, si yo fuera una ciudad de la Edad Media, sería una con los «muros muy bajos», pasó a mi lista de sujetos a los que mejor no hablarles ni verlos sobria. Pero, después de la segunda copita… no sé por qué se me hace tan irresistible ese nivel de imbecilidad.

Volviendo al tema de los muros, no me molestó que me dijera «mujer de muros bajos», lo que lastimó mi ego fue la explicación posterior: «Es que pensé que debería remarla más para levantarte»…

Vencida por las distracciones, finalmente abandono la escritura y tomo el celular.

22:08, audio a mi abuela: «Lela, terrible chabón se ve en la vela, ¡es una señal del universo! Hacete otro curso de registros akáshicos, así ya confirmamos si el forúnculo que te salió en la nalga no era una señal de que hay vida en otros planetas. ¿Dale?».

22:10, audio a la tía Lili: «Necesito que entiendas que no voy a volver a tener pareja, te admiro por aguantar al Lelo cuarenta años, pero yo no soy como vos. Me hace mal que me preguntes cada vez que hablamos si sigo sola».

22:12, audio a mi ex: «Forro, ¿así que una ciudad de la Edad Media? CORNUDO…».

22:13 audio a Gustavo: «Recontra forro, ¿así que una ciudad de la Edad Media? CORNUDO».

22:20, audio a mi psicóloga: «Creo que es al pedo seguir con el escitalopram. No me hace nada».

22:22, audio a mi psiquiatra: «Judith, mi bella y despiadada Judith, el escitalopram cambió mi vida, ¡no imagináis cuán prodigiosas han sido las líneas que pude escribir esta semana! Mi total gratitud a la princesa de mis desvelos, tu medicación será para mí como un estandarte, y juro por la memoria de mi padre que lo será para siempre».

A esta altura de la noche, Bunbury me molesta, pero no puedo apagarlo, no quiero sentirme sola. Sé que mañana no querré recordar los detalles de esta intensa velada, así que, en silencio penitente, saco el cilicio del armario para llevarlo a la cama que Cyrano dejó vacía (y que Hamlet se niega a ocupar) para torturarme hasta quedarme dormida.

Me acecha un nuevo día, uno de esos en los que encuentro el celular con muchos mensajes raros de la gente que quiero, que me quiere y que, a esta altura, sabe que lo mejor conmigo es no esperar mayores explicaciones.

No puedo hacerlo sólo

Desde que era un adolescente, las voces en mi cabeza me acosan sin piedad "Nadie te quiere, eres un estorbo" "Todos te odian y están conspirando contra ti" "Tu familia planea encerrarte ". Palabras que cortan como cuchillas, que matan mi autoestima "¡soy despreciable! ¡quiero morir!" Cuando estoy con pensamientos oscuros e insoportables, me hospitalizan. Al atravesar ese umbral, veo las paredes blancas y frías que confirman el fracaso de mi vida. Aquí dentro sólo las pastillas calman mi angustia. Es un faro débil en la oscuridad, un alivio momentáneo en medio de la tormenta que me hacen saber, que las voces tenían razón. Siento una oleada de odio desgarrador que me consume. Necesito desesperadamente un rayo de luz.

Hoy me encuentro aquí, frente a ustedes, para pedir ayuda. Mi voz se alza desde el abismo en el que estoy atrapado, un grito silencioso que busca desesperadamente una mano amiga que me guíe fuera de esta oscuridad. No puedo hacerlo solo, y aunque la desconfianza me pesa, también sé que la esperanza, aunque frágil, sigue en mi interior. Hoy pido su apoyo, confiar que tal vez, cuando lean esto y lo comprendan, puedan salvarnos.

Señales

Ella no se da cuenta pero yo sigo viendo señales que alertan todos mis sentidos, es mi mejor amiga y la estoy perdiendo, no sé como ayudarla. Todos dicen que es demasiado dramática, que sólo quiere llamar la atención, pero mi instinto dice que hay algo más. Ha dejado de salir con nosotros, ya no cuida su aspecto y hace semanas que no la veo sonreir. Debería hablar con su madre pero montará en cólera y supongo que la poca comunicación que logro mantener con ella pasará a ser nula. Hoy ha vuelto a faltar a clases y no responde a mis mensajes, cuando salga de la escuela pasaré por su casa.

¿Porqué hay tanta gente en la puerta? Llantos, gritos y sollozos. ¿Porqué está llorando su madre? -Mi pequeña, ¿dónde se llevan a mi pequeña?- grita enloquecida. Me acerco más y veo salir una camilla, no la puedo ver, pero se que es ella… Comienzo a llorar desesperada, yo veía las señales y no supe ayudarla, ahora ya no sufre y no estoy segura pero en mi cabeza no dejo de repetirme que si le hubiera contado mis sospechas a un adulto ella hoy estaría aquí conmigo…

jueves, 19 de octubre de 2023

Percepción

Cuando entró la joven, la vio más demacrada. Solía acudir puntualmente, mes tras mes, con receta en mano y su lánguida mirada. Sin embargo, esa tarde algo era diferente, algo no encajaba.

Le dio su receta sin apenas alzar el rostro. Mientras la farmacéutica buscaba los medicamentos, una imagen desoladora le cruzó la mente. Acongojada, se dirigió al mostrador y antes de entregárselos, puso su mano sobre la de la joven.

Tenía una mano huesuda y helada, la joven extrañada intentó apartarse, pero ella no la soltaba, entonces la miró y con todo el amor que pudo le dijo que no estaba sola, que la tormenta pasaría y que ella estaría allí para cobijarla.

En un último momento, la joven se intentó zafar bruscamente, pero ella no se apartaba y de repente, algo en la joven se rompió, notó cómo quemaba, cómo su sollozo rompió el caparazón que tanto la asfixiaba, bramó el eco de su voz y al final brotaron sus lágrimas desconsoladas.

Quizás a veces baste con un apretón, con un cruce de miradas, con una palabra amable, con prestar más atención, percibir sin velos, entender miradas, ver a través de las señales visibles y las del alma.

Perfume de pensamientos

Amaneció un día funesto, confirmando que había llegado el final.

Nada más salir a la calle me empalagó un fuerte aroma a rosas. Al momento se cruzó conmigo una oronda señora. Portaba un enorme ramo de rosas.

"No vuelvo a probar un bombón."

Proseguí mi camino y entró por mis fosas nasales un fuerte hedor que me provocó arcadas. Al momento pasó junto a mí un operario.

"Estoy harto de desatascar tuberías. Tengo que encontrar otro trabajo."

Cuando estaba llegando a mi destino me llamó la atención una chica. Iba mal vestida y su pelo era un poema, de un color indefinible por la suciedad.

Conforme me acercaba me llegó un aroma a pintaúñas rancio y sudor.

"No puedo más. No tiene sentido. Lo haré esta noche en el viaducto."

******

Aquella noche la divisé subiéndose a la barandilla del viaducto. Me acerqué.

Sabía que estarías aquí — le espeté.

Vete.

No puedo.

¿Y a ti qué más te da?

Tu vida me importa porque sin ti el mundo sería diferente.

¿Cómo sabías que estaría aquí?

Es mi secreto. Tú me has salvado. No al revés.

La chica titubeó, pero al fin agarró mi mano.

Un día más de terapia

Querida mamá, no sé si estás a mi lado. En el cole me dicen que ando despistado, que debería concentrarme más. Yo quiero sentarme lejos de la ventana para que las hojas de los árboles, en su vuelo, no eleven mis pensamientos a las nubes. En el recreo hablo en silencio y grito hacia dentro. Nadie me ve. Los baños también se hicieron para mojar de lágrimas sus paredes. Mamá, te escribo estas líneas como si fuera el último lazo que me ata a la vida. Mamá, si te importo, llévame contigo. Quiero ir a ver a esa señora de la bata blanca que me hace sentir tan bien. La que me pide que me recueste en un diván y cierre los ojos. Me gusta bajar los párpados, cogerte la mano y contarte mis sentimientos. En ese momento me siento más vivo que nunca. ¿Nos vamos mamá?

martes, 17 de octubre de 2023

El dragón de Sir Marius

Sir Marius es un valiente caballero. Él solo se enfrenta a quimeras, medusas, basiliscos. Porque su armadura dorada es impenetrable, y él es Sir Marius, un valiente caballero.

Pero cuando, tras gloriosas epopeyas, regresa a su castillo, llora. Porque enroscado en el torreón más alto hay un dragón verde que no puede vencer. Y porque cuando se quita la armadura dorada, en el espejo ve que solo es Mario.

Cada día la armadura es más pesada y la batalla es más cruda. Tal vez esta lucha no tenga sentido. Tal vez mi vida no lo tenga.

Hasta que, un día, Mario olvida ponerse la armadura. Entonces nota la brisa, y se deja llevar por el camino. Conoce a un buhonero, escribe en la arena y aprende a leer el firmamento. Y entonces piensa que quizá ser Mario es mejor que ser Sir Marius, porque no tiene que luchar, ni tiene que llevar una armadura tan pesada.

Cuando regresa a su castillo, el dragón baja y le pregunta si conoce a Sir Marius. Mario responde: «Se ha ido, y no va a volver». Y entonces, el dragón se va.

Por mentes en paz

Solo tenía 16 años cuando perdí una persona muy importante en mi vida, solo supe que no volvería a verle, que ya nadie me escribiría mensajes deseándome un buen año nuevo, que ya nunca más diría mi nombre de esa manera tan bonita que solo ella podía hacerlo. Mamá dijo que ella se había suicidado, y yo solo pensé que eso no podría ser verdad. Ella que era tan sonriente, ella que siempre sabía cómo alzar el ánimo a cualquiera, ella que irradiaba luz propia en cualquier sitio. Le escribí un par de mensajes esperando que me respondiera y que todo fuera mentira. Pero su ausencia era notable en cada sitio en los que habíamos compartido juntos desde que éramos pequeños. Ahora tengo 18 años y sigo sin creerlo, y ahora la entiendo más que nunca, pero sigo respirando, escribiendo y viviendo por los que sus ganas de morir fueron más fuertes que ellos mismos. Ahora sé que ella se encuentra en cada atardecer y sé que en cualquier lugar en el que se encuentre, por fin su mente descansará. Ojalá y todos encuentren el descanso de su mente sin tener que acudir al suicidio.

Feliz de estar vivo

Hemingway es un escritor que se suicidó. Sylvia Plath es una poeta que se suicidó. Richard Quine es un director de cine que se suicidó. George Sanders es un actor de cine que se suicidó. Capucine es una actriz de cine que se suicidó. Kurt Cobain es un músico que se suicidó. Vincent van Gogh es un pintor que, posiblemente, se suicidó… En todo caso, el suicidio, es algo que no nos es ajeno. Vivimos cerca él porque existe como forma de huida. Como forma de duelo adelantado. Ese por el que nuestros familiares cargan con parte de la culpa. La que arrastra nuestro sufrimiento interior hacia el extremo máximo.

Así, cada vez que observo las noticias de la vida, pienso en la suerte que tengo al estar vivo. Ya que, gracias a ello, puedo leer libros, ver películas, escuchar canciones… descifrar cuadros. La razón de ser de mi escuálida vida. Porque, aunque mi vida sea un abismo de tristeza, en el fondo, soy medianamente feliz porque disfruto con aquello que me gusta. Es decir, lo que me gusta me mantiene vivo y, por tal motivo, no voy a renunciar a ello por mucho que otros, sí lo hayan hecho.

Gabriel De la Cruz "Soledad"

Alguna vez amé a alguien, ella murió y todo el calor con ella. Nunca me imaginé que dolería tanto, pero seguí viviendo, esperando un día olvidarla. Solo que... al final de la noche, cuando la oscuridad me arrullaba y el alcohol me consolaba, podía verla como cuando ella aún seguía conmigo.

El minero

De pie a orillas del erial, el hombre somete su rostro a la ventisca.

Está quieto. Lleva en su mano una linterna apagada; no necesita luz para ver lo que ya ha visto. Solo quiere tiempo para entender, para olvidar, para que el dolor se le curta como la piel, en la noche subterránea.

Más allá del campo, se recortan con suavidad las minas de carbón. El hombre sabe que en el vientre rocoso se pudren los cuerpos de treinta mineros. Treinta amigos. El azar lo desplazó del eje de la muerte, pero no puede evitar la memoria. Dormido o despierto, el eco de gritos apagados y golpes de pica y puño le torturan la sobrevivencia. Lleva en las entrañas la imagen presentida de treinta asfixias.

Solo, frente al vasto paisaje, su temple se hace añicos. Sin tiempo para la última plegaria, cae de rodillas en la tierra reseca.

Una silla vacía

Esa silla vieja y carcomida significaba mucho para ella. Había leído muchas novelas fascinantes allí sentada para evadirse de la realidad. Sobre ella había amamantado a sus hijas y les había cepillado el pelo, mientras el sol se filtraba por la ventana que ahora estaba cubierta de polvo. Hacía tiempo que se habían marchado de casa y ella se había quedado encerrada entre esas cuatro paredes con sus recuerdos. Antes era un habitáculo alegre y luminoso, ahora era una cárcel donde se sentía asfixiada. Marta contempló la soga y suspiró. No tenía miedo a la muerte. Sentía un vacío y una tristeza tan profunda que consideraba que era la única salida. Quería dejar de sufrir.

Se subió a la silla con aplomo y se colocó la cuerda alrededor del cuello. Justo antes de precipitarse al vacío, sonó el teléfono. Fue una melodía salvadora.

- He dejado a Paul, mamá. Tenías razón, como siempre - sollozó.

- Tranquila, cariño. Todo va a ir bien.

- ¿Puedo volver a casa? – preguntó.

- Pues claro, hija. Yo también te necesito – confesó entre lágrimas.

Sin saberlo, María había evitado la pérdida de la persona a la que más quería.

No lo hagas

Mi vida era trágica. Por donde miraba, solo encontraba pena, dolor y sufrimiento. Mucho sufrimiento.

Empecé a considerar lo peor. Recordaba una frase que había leído hacía tiempo, "la muerte no es tormento sino fin de tormentos".

No se cómo, porqué, ni cuando. Todavía es un misterio quien me pasó estas líneas bajo la puerta:

NO TE MATES. NO TE SUICIDES. NO LO HAGAS. POR FAVOR NO LO HAGAS.

Escúchame.

El solo hecho que lo estés pensando, me hace imaginar lo fatal que lo estarás pasando.

Créeme que te comprendo. Solo puedo imaginar tu sufrimiento. Pero tienes que escucharme.

No quiero darte un mensaje religioso ni de falsa esperanza.

Por mal que te sientas, estás considerando una solución permanente para un problema temporario.

A alguien, le interesa muchísimo que no te suicides. Y es tanto el daño que provocaría, que si tomarias conciencia, no lo harías.

Por favor, no lo hagas. Ponte de pie. Vuelve a empezar. Así. Despacito. Paso a paso.

Y así lo hice.

Nunca dejé de buscar a la persona que escribió esta carta para agradecerle desde lo más profundo de mi alma. A esta persona le debo estar escribiendo estas líneas.

La sonrisa de Laura

Fue hace dos años cuando Laura comenzó a buscar ayuda para su mente desgarrada.

Aprender a convivir con la tristeza era un proceso afilado que se volvió insoportable.

No había una única causa de aquel fenómeno. La pandemia, que la obligó a teletrabajar, o mejor dicho, a vivir en el trabajo; la ruptura con su pareja, un hombre gris que padecía la peor de las enfermedades...el aburrimiento; o la noción de que su vida se deslizaba con una total falta de sentido y sintonia.

Llevaba notando desde hacía tiempo la ausencia de su sonrisa. Es por ello que la insistí en acudir a terapia. Por ello y porque entiendo que la amistad verdadera debe tener un fondo de coherencia insobornable.

Despegar la sal pegajosa que recorría su alma ha sido un camino largo con un feliz destino, donde el sol se asoma todos los días.

Me detengo a pensar en el valor de aquellos consejos que la lanzaba, sintiendo que en la vida puede haber palabras entretenidas, interesantes, pero sobre todo importantes, porque fueron estas las lograron recuperar de aquel oscuro pozo la mágica sonrisa de Laura.

El vecindario

Ana conoce cada recoveco de su vecindario como la palma de su mano, lo ha visto cambiar a lo largo de los años. Sin embargo, cada vez que entra sola por sus calles, aunque familiares, se siente fuera de lugar. La cabeza gacha.

Las voces del barrio, sin saber exactamente desde cuándo, pero en algún momento de su adolescencia, habían empezado a ser amenazantes, cargadas de desprecio, los susurros se convertían en murmullos y estos incluso terminaban en gritos. Coros que le alienaban haciendo que se sintiera abrumada por completo.

El día a día solo la distraía. A Ana le gusta la música, le gusta contar chistes, le gusta ver reír a los demás, aunque ella no se ría por dentro.

La noche cae sobre el vecindario, y Ana, arrastrándose por el suelo, notando el peso de la oscuridad sobre su cuerpo, solo pensaba en dejar de sentir.

No fue hasta que, en confianza con un amigo, de los que escuchan de verdad, pudo empezar a hablarlo, a tomar acción y comprender que hay mucho más que los susurros en su cabeza, mucho más que los gritos de su vecindario.

Un fragmento de mí

De los fragmentos del espejo de los que estoy hecho , como todos lo estamos, han habido quienes conocieron solamente uno. El que quise mostrar para la ocasión, pero cuyo fulgor no se sostuvo, como no puede sostenerse ninguna impostura. A todos nos pasa, el brillo que exhibimos se empaña rápidamente con la humedad de nuestros pensamientos que siguen respirando detrás del cristal. Siempre bajamos la guardia.

¿Cuál será mi mejor reflejo? ¿El qué yo elijo? La experiencia me indica que no siempre adopto el adecuado.

¿Deberé hacer un casting de mis resplandores?

Quisiera saber cómo he de mostrarme genuino, pero sin exhibir mi intimidad. Así como esos espejos unidireccionales de las ventanas, en los que se ve desde uno solo de sus lados. Trataré de compatibilizar la urbanidad con mis sentimientos. No sé cómo se compatibilizan extremos tan distantes.

Recojo un fragmento del espejo en el que me miro y puedo reír de lo que veo. Eso me salva , poder reírme de lo que veo.

Dejo los otros pedazos para los demás.

Y entonces, caro

Imposible levantarme de la cama. Todo es negro. Los pájaros chirrían.

Al tiempo, la paleta se tiñó de grises. Paulatinamente, llegaron los colores pastel. Después, colores vibrantes. Hasta que un buen día, un rayo de sol ahuyentó el invierno glacial y eterno de mi rostro. Sonreí. Una alegre melodía invadió mi alma. Carcajadas.

Sara las había tenido enjauladas.

Sara y yo nos conocíamos de toda la vida. Con algo de suerte, la perdería de vista después del colegio. Ni siquiera estudiaríamos lo mismo. Era pan comido.

Bienvenida a la facultad. Por arte de magia, allí estaba Sara. Era víspera de exámenes mientras me susurraba… ¡inútil, inútil! Quería con todas mis fuerzas que me dejara tranquila. Pero no callaba.

Por fin, oposición aprobada. En mi primer claustro de profesores, una chica me resultó familiar. No podía ser. No quería que fuera.

Persecución constante. Empapaba de negatividad todos los asuntos de mi vida. Me incitó a pensar que era mejor dejar de sentir. Dejar de ser.

Un día, una psicóloga dio una charla a los niños de mi tutoría. Absorta, decidí hablar con ella.

Y entonces, Caro.

Suena el despertador. Me levanto. Escucho el trinar de los pájaros.

¡El mundo es bello!

Aléjate de mí

¿Cómo llegaron ahí? No lo sé. Esos bichos, más negros que la noche misma, recorrían su cara y su cuerpo como si ese hubiera sido su hogar desde el principio. Él no parecía inmutarse, como si ya formaran parte de él. Era repulsivo. Me perturbaba lo que estaba viendo y aún así no era capaz de apartar la mirada. Tampoco fui capaz de pedir ayuda. Tan sólo me quedé allí, mirándole, petrificado.

¿Qué haces? - Preguntó mi madre después de abrir la puerta del baño, que yo había dejado entornada.

Nada. - Respondí yo sin moverme.

Bueno, pues entonces deja de mirarte tanto al espejo y mueve el culo, que llegaremos tarde.

Antes de salir del baño eché un último vistazo a mi reflejo. Aguantándome las lágrimas y con la voz entrecortada por el miedo atiné a decir "aléjate de mí".

Casiopea

Compongo música con el ordenador. Las paredes son mis compañeras. A veces me duermo sobre el teclado por los ansiolíticos. Mis allegados me consideran una rara avis. El psiquiatra dice que soy bipolar, muy nervioso y que presento trastorno obsesivo compulsivo. A solas suelto lágrimas con los cristales rotos de mi alma. ¿Para qué mi vida sin sentido? Necesito que me consideren. No me basto conmigo mismo. Sin los demás no soy nadie.

Hoy, salgo a la calle. Soy. Veo mi sombra. Empiezo a amarla. Escucho que una voz femenina me llama por detrás. Es una vecina que un día me dijo que había escuchado mis gritos en mis repetidas crisis. Esta vecina me mira a los ojos y me dice: Creo en ti, en tu talento. Me sonríe. Ella es pianista y me explica que ha tenido muchos tormentos mentales pero que alguien le dijo que un diamante no empieza siendo una piedra preciosa pulida y brillante. Y añade: Si quieres puedes, si puedes sigues, si sigues llegas y si llegas…Si llegas alcanzas la confianza. Si confías en ti, sabrás cómo vivir.

Hoy soy el fruto de sus consejos.

El espejo roto

Laura, desnuda, reflexionaba frente a su reflejo, convencida de que su crítico más implacable era aquel hermoso espejo con bordes ondulados de madera fina. Decepcionada por lo que veía, en un arrebato de frustración, elevó el puño y lo estrelló contra el espejo. El cristal se rajó, pero continuó reflejando el odio que sentía hacia sí misma.

Durante meses, la acosó un deseo constante de soledad que la alejaba de todos. Esta sensación, en contubernio con su distorsionada percepción de su físico, parecía empujarla al abismo. Deprimida, una mañana, después de haber intentado quitarse la vida, tuvo la sensación de haber tocado fondo. Algo en su interior cobró sentido. Sabemos que cuando somos conscientes de haber tocado fondo, podemos aprovecharlo para impulsarnos hacia arriba con tanta fuerza como queramos.

Decidió dejar atrás la oscuridad que la había consumido; sentía la necesidad de aprender a amarse a sí misma, preocupándose por las cosas que son realmente importantes. Entendió que el físico no definía su valía, y su viaje hacia la autoaceptación se convirtió en una epopeya de transformación personal, superando obstáculos y recuperando su autoestima. Ahora el espejo roto reflejaba la belleza de un alma que había encontrado la paz consigo misma.

Es cosa de todos

El hijo de María se ha suicidado varias veces, en realidad son intentos autolíticos que no llegan a término. En esa casa viven sobresaltados, con miedo a si volverá a repetirse.


Las primeras veces pensaban que era la típica llamada de atención del niño caprichoso con poca resistencia al fracaso. Después supieron que se trataba de un enfermo mental no diagnosticado.

Vivimos en una época en la que la salud mental ha tomado un protagonismo importante, se puede decir que hemos pasado del desconocimiento de lo que significa a la verdadera preocupación por tantos problemas que rodean a las personas afectadas y a su entorno.

Desde hace algún tiempo se está tomando conciencia en las familias, en los colegios, en la sociedad , se han hecho muchos avances para llegar a conseguir el objetivo de apoyar desde la infancia y juventud .

Muchas personas no son capaces de afrontar el sufrimiento que lleva consigo la enfermedad mental, deben buscar las herramientas para saber pedir ayuda a los profesionales de la salud e interiorizar que esto no es un signo de fragilidad sino de valentía que les salva. No podemos mirar a otro lado. Es cosa de todos.

Vacíos

Era sábado. Sin levantarse de la cama, revisó rápidamente todas las publicaciones de los otros: viajes, eventos, adrenalina… Desayunó, triste, alternando la mirada entre todos los vacíos que tenía frente a sí: el del café, que le parecía vomitivo; el del exterior, que le parecía insultante -estas mismas fachadas y personas… en Tailandia o Brasil…cobrarían sentido, justificarían su existencia y no habría que avergonzarse de ellas, pensó-, y el de su interior, ya fallecido y que le parecía repugnante. Se maquilló y arregló, buscó en google una cita impactante y publicó: No pidas disculpas por conseguir comerte la vida, bajo una foto de sí, sonriente y exultante. Comenzó, entonces, la lluvia de likes de sus miles de seguidores.

Seguidamente, apartó con desgana su móvil, se desmaquilló y extrajo del armario ese atuendo bajo el que nadie la reconocía: zapatillas deportivas, vestido barato y peluca. Salió de casa, caminó unas manzanas, cruzó un umbral y pasó a una sala. Allí, dio los buenos días con esa voz impostada y se sentó junto a un grupo de personas, que aguardaban formando un círculo. Al poco, alguien apareció y dijo: buenos días y bienvenidos a nuestra décima sesión sobre la prevención del suicidio.

Querida ansiedad

Querida, Ansiedad:
Por tu culpa salí corriendo,
Por tu culpa me dijeron loco,
Me quisiste dar miedo,
Me quisiste agresivo y rabioso,
me quisiste sumiso para controlarme,
Me quisiste obediente,
Siempre trataste que no me descubriera,
Me subestimaste,
No me miraste de frente,
Jamás pensaste que pudiera adaptarme,
No contabas que lograra controlarme,
Ahora somos aliados, socios,
compañeros de camino, de cuerpo y alma,
Quiero vivir con la certeza que somos amigos,
Y los amigos no se hacen daño,
Quiero vivir a mi ritmo, sin medicamentos,
Te regalo mis miedos,
y mis insomnios,
Déjame libre con mi creatividad a cuesta,
Y aunque no te guste,
Déjame vivir a mi manera.

El concurso

Se convocó en Nynnes un concurso de ideas para hacer disminuir el número de suicidios de la zona, el más elevado de todo el continente. El sustancioso premio atrajo a más de un millar de participantes. El comité encargado de la preselección se decantó por diez finalistas, cuya lista fue comunicada al jurado, compuesto por eruditos de varias disciplinas, para que deliberase sesudamente. La decisión fue unánime: la eficacia sería el criterio definitivo. Tras nueve meses de aplicación práctica el presidente otorgó el premio al frasco salutífero. Con su aplicación se había logrado reducir el número de suicidios en un ochenta y ocho por ciento. Nada más sencillo que abrir el frasco y dejarlo en cualquier rincón de la casa para que su contenido fuese invadiéndola, poco a poco. El inventor aseguró que los efectos de cada frasco se alargaban por espacio indefinido. No tuvo reparos en desvelar el secreto de su contenido: rayos de sol envasados artesanalmente en las costas mediterráneas españolas mezclados con aire respirado por personas no tóxicas, de las capaces de sacar lo mejor de aquellos con los que se relacionan hasta el punto de incrementar su autoestima hasta altas cotas.