jueves, 31 de marzo de 2022

El duelo, el dolor y la enfermedad mental

Le pedí que no se muriera hasta que no me encontrara bien, como si morirse dependiera de una. El caso es que entonces sentí que se había ido en un momento en el que no me iba a sentir dañada, herida de muerte, sumergida para siempre en la más profunda de las depresiones. Cuando mi abuela murió se acabaron las llamadas habituales preocupándose por mí, por mi estado de salud principalmente. Y muchas más cosas.

Era una mujer muy mayor, de noventa y un años, que en meses anteriores a su fallecimiento había estado hospitalizada en varias ocasiones, y todas las veces fue dada de alta, dada su mejoría. En esos momentos en que toda la familia tenía que cuidarla me sentía activa, llena de energía aunque cueste decirlo, eufórica y alegre. Todo el mundo no vive estas situaciones de estrés de la misma forma. Estaba pasando por una fase de manía.

De la misma forma, tuve un duelo algo extraño. La negación de su pérdida pasaba por esperar verla cuando iba a su casa a visitarla, sentía que me iba a llamar de un momento a otro e incluso soñaba repetidas veces con ella con el afán de que estuviera viva. La ira me llegó al sentir que me había quedado sin una persona muy importante de mi vida, ella me aportaba más de lo que creía, me había dejado de alguna forma, desprotegida.

Me salté algunas fases del duelo como la negociación y por otras pasé de manera muy tibia, dadas las circunstancias. Recuerdo montarme en el autobús urbano para ir a la consulta de Salud Mental, lo único que por entonces me hacía salir de manera imperiosa de mi piso, y pensé de nuevo, era un pensamiento recurrente en mis fases de depresión, en lo innecesario que es el estar moviéndose las personas continuamente de un lado para otro y estar siempre ocupadas. También experimenté, al pasar por el puente y contemplar el paisaje, ese vacío que se siente cuando alguien te falta, porque no la iba a ver más.

Pero todo pasa, es cuestión de tiempo, a veces hace falta ayuda, a veces es necesario pedirla, la aceptación es el último paso que queda para superarlo, y con más o menos esfuerzo es imprescindible lograrlo. Para mí, aceptar la muerte de mi abuela, inevitable y esperada, no fue como presentía, logré superar el duelo. No todos los duelos son iguales, ni las fases se pasan de la misma forma, los duelos son particulares. No me parece bien que se juzguen.

No obstante, mi gran duelo lo he pasado en los inicios de mi enfermedad mental. Aceptar la enfermedad, tener que asumir una depresión, medicarme, la fractura de mi yo, sí me ha hecho pasar por todas las etapas del duelo y las he vivido con mucha intensidad.

A cualquier persona se le puede resistir un duelo, no obstante, hay que pedir que se respete el dolor en cada una de sus formas.

Tú no eres esa

Un día cualquiera vas andando por la calle con tu mirada perdida y las piernas en modo automático, llevándote a alguna parte, sin preguntar, como siempre. Dejándote arrastrar por tu frenético nuevo ritmo de vida, y, de pronto, sin previo aviso, tus pituitarias reciben su recuerdo en forma de olor y se lo disparan a tu cerebro. Otra vez él. Paras en seco, lo buscas irremediablemente con la mirada. No quieres verlo, pero lo buscas. Te derrumbas al no encontrarlo. Unas lagrimillas amenazan con asomar y arruinarte la pose de tía triunfadora que tanto tiempo te ha llevado perfeccionar. El golpe es duro, tu estómago se encoge. ¿Otra vez él? Hace años que no lo ves, que ni siquiera te lo cruzas con el coche. Fuiste tú la que decidió alejarse para siempre y no sucumbir a su peligrosa invitación de veros "al menos los domingos".

Sin querer, vuelves a aquella época en la que él era tu despertar favorito. Lo buscabas con ansia cada mañana, nada más abrir los ojos. ¿Te acuerdas? Te encantaba ver sus manos fuertes de deditos rechonchos, sus ojitos tristes, pero siempre brillantes y escuchar sus "buenos días princesa" cuando más que de sobra sabías que estabas hecha una mierda. Te dabas asco y por eso habías descolgado cada espejo de la casa. No concebías empezar el día sin él. Era tu droga, lo necesitabas y punto. Adorabas arrastrar su olor pringoso hasta pasado el mediodía.

Ahora no, querida, tú ya no eres esa. Ni quieres volver a serlo nunca. No quieres ser la que vestía ese horrible chándal gris desgastado y viejo, lleno de bolas, de lunes a domingo. Acuérdate: no te lo quitabas ni para ir a misa. Ya no eres la que perdía todo su tiempo libre tirada en el sofá, arropada entre envoltorios de asquerosa bollería industrial y con ganas de morirte. La que no encontraba razón alguna para meterse en la ducha hasta que el pelo se le convertía en un casco. Has aprendido que tu felicidad reside en ti, solo en ti. Ahora que te gustas por fin, y que miras de reojo el cristal de cualquier escaparate para verte reflejada, sin miedo. Ahora que en tu bolso nunca falta carmín rojo, para ir perfecta, y eres de rímel obligatorio antes de salir de casa. Ahora que has cambiado el sofá por el gimnasio, no caigas en la tentación de volver a lo que nunca quisiste ser, ni siquiera los domingos.

Tu terapeuta te lo dejó bien claro: o cambias de vida o acabas con ella. Y lo hiciste. Con perseverancia, ejercicio y un dineral invertido en ayuda profesional. Cambiaste por fuera para empezar a cambiar por dentro. Y estás feliz de haberlo conseguido, porque ha sido un trabajo duro pero muy satisfactorio. Porque ahora te quieres, te gustas y estás orgullosa de ti.

Pasa de largo de esa churrería porque Paco, el churrero, te echará de menos, pero tú a él ya no.

Para que vivas en mí

Me vacié por tener que recordarte cuando ayer podía tocarte, me vacié pensando que no era real, nunca hubiese imaginado, ni deseado esa arrebatadora despedida en el muelle.

Me vacié, miré al cielo y no me importó lo lejos que quedaba el agua, nadé y nadé en un extenuante intento por alcanzarte, hasta quedar a merced de las olas.

Me vacié, llegué a la orilla y mis lágrimas eran aún más saladas, la marea tuvo la delicadeza de dejarme mirando hacia las estrellas donde un oscuro universo se abría paso sobre mí, entonces sentí el peso de la ropa mojada sobre mi agotado cuerpo.

Aún vestida, me vi desnuda e inerte, apenas exhalaba resquicios de vida dentro de mi cuerpo.

Sentí una mano en mi hombro y vi como una sombra se arrodillaba frente a mí y me arropaba.

Pude sentir su aliento agitado, sentí su calor corporal aferrándose a mi cuerpo. Por un momento pude sentir que habías vuelto, incluso pensé que nunca te habías ido.

Me vacié al despertar en la cama de una habitación que no era nuestra, donde el juego de luces y el olor a medicamento me aturdían.

Me vacié al recordar que podría haber nadado más rápido, que fue el peso de la ropa lo que me impidió llegar a ti.

Me vacié, lloré tanto que inundé mi mundo, hasta casi ahogarme.

Por momentos me vi sola, en mi isla cada vez más pequeña, donde todo lo poco sobraba, donde tu recuerdo flotaba por encima de mi cabeza.

Me vacié la primera vez que hablé de tú partida, me vacié hablando de toda la culpa que había cargado en mi espalda, me vacié al hablar de la perdida y también cuando hablo del reencuentro que vivimos bajo mi pecho.

Me vacié, hasta que entendí que toda aquella agua solo ponía tierra de por medio.

Me vacié, porque si destruía mi corazón, no encontrarías un oasis en aquel mar que me inundaba.

Me vacié para que vivas en mí, me vacié porque solo tú podías llenar mi corazón.

martes, 29 de marzo de 2022

El despertar estaba cerca

Sólo quiero decirte, que igual que yo, todos podemos superar los malos momentos. Ahora sé quién soy, he conseguido unir todas las piezas, todo ha cobrado sentido. Dentro de mí, siempre hubo una sensación de saberme distinta a los demás, de no encajar muy bien en el mundo, como de no saber qué era lo que necesitaba, cuál mi propósito, lo que había venido a realizar en la vida. Siempre me cortaron las alas y nunca volé alto. Mi luz interior, yo misma, nunca brilló lo suficiente… pero el despertar estaba muy cerca. Desde niña, todo me llamaba la atención, lo sentía todo muy intensamente, como si mis sentidos estuvieran más desarrollados que los de los demás.

Mi subconsciente lo captaba todo sin darme cuenta y las creencias inculcadas por los que me rodeaban se incrustaban en mi ser. Ahora me doy cuenta de que siempre me gustó escribir. Pero ¿por qué ese deseo permaneció siempre reprimido, olvidado, apagado aparentando que no tenía necesidad de escribir? Porque era una necesidad no expresada, no identificada, no del todo desarrollada…

Necesitaba ratos de soledad para desconectar de la realidad, ahora comprendo que mi cerebro se saturaba de tanta información recibida a lo largo del día.

Nunca tuve metas claras, me costaba muchísimo tomar decisiones por miedo sobre todo a defraudar a los demás. No había sido nunca yo misma por agradar, por sentirme querida, aceptada, valorada…Y había ido creando el personaje que inventa toda persona que permanece dormida, que no despierta nunca y muere en ese estado. Porque las personas dormidas representan un papel durante toda su existencia, no son conscientes de ello y pasan por la vida de puntillas, sin apoyar totalmente los pies en el suelo, no dejando a sus sentidos libertad para disfrutar de la belleza y bondad del mundo.

Lo que nunca advertí fue que las casualidades no son tales, sino que vamos creando nuestro propio destino. Acababa de descubrir que existen las sincronías, las señales, tan sólo para ayudarnos a seguir nuestro propio camino.

Cada vez estaba más cerca el momento de mi despertar, de mi renacer como una mujer totalmente distinta con verdadera fuerza. Todo estaba en mi interior, tenía que sacarlo de alguna forma.

Sabiendo esto, me hacía tantas preguntas… y me cuestionaba quién elegía a las personas que habían llegado a mi vida, si yo misma o era guiada por una divinidad que siempre supo cuál era mi misión. No ha habido un solo día que no escribiese algo, que no plasmara palabras en papel.

La revelación que hallé solo fue la convicción de lo que ya sabía, que nos podemos convertir en lo que deseamos y ello nos ayuda enormemente a superar duelos por pérdidas que nos hacen sangrar por dentro. Escribe, querida amiga, verás como a ti también te ayuda. Tan sólo deja hablar a tu corazón, tienes que: "creer para ver".

 

El juego de la vida

El duelo de una separación física duele mucho, debido al apego. De niños nos enseñaron a que los juguetes usados se los debemos dar a quien más lo necesita. Crees que perdiste en el momento que te dejaron, pero lo cierto es que GANASTE la oportunidad de vivir una vida a tu medida.

Llora lo que haga falta, hay dos tipos de llanto, los de frustración que acumulan más daño, y los de liberación. Piensa en llegar al segundo, que es cuando empiezas a soltar

Aquí te queremos seguir viendo y mirar como sales de todo esto. Que no hay respuestas a tus preguntas es mejor, porque ya no importan. Tú sigue avanzando..

Llora lo que necesites . Esto limpia y libera pero cuando tengas que salir a enfrentarte al mundo sal con fuerza pisando fuerte

Ahora sientes miedo a perderte a ti mismo. Pero créeme que no estás perdiendo nada. Mantente firme y lo más tranquilo posible. Eres valiente. Te prometo que vas a poder salir de esta. En menos de lo crees vas a poder retomar tu vida con libertad y felicidad.

Sigue adelante con tu plan de escape de la inactividad y la apatía. Tú puedes con todo. Crecer como persona y evolucionar. Pasar por un gran recorrido en el transcurso del duelo : la vida reserva para todos sorpresas, momentos únicos, quizás este sea uno de los que tengamos en común todos nosotros. A mí también me dolió el corazón, al conocer que la vida y la muerte son capaces de transformar, capaces de vestirnos el alma con humildad, de renunciar a lo propio por el bien de la otra persona .Aparecen y desaparecen personas que salen a nuestro paso, a un encuentro, algunas caminarán de nuestra mano, otras muchas irán esfumándose desvaneciendo para siempre, pero los recuerdos de la gente autentica y verdadera estará siempre junto a nosotros.

Ellas

Tres meses, tres benditos meses han transcurrido desde la última vez que lo vio. Se acabaron por fin las persecuciones, las salidas furtivas, el evitar las rutinas, el sentirse observada. Desde que ese hombre ya no está en su vida, se siente más segura, más fuerte, más libre.

Hace años que la acechaba. A cada paso que daba, sentía su presencia. Cuando iba al instituto comenzó a verlo rondar el aparcamiento desde la ventana de su aula. Paseaba a derecha e izquierda a paso lento, sin apartar la vista de su posición. Ella procuraba siempre volver acompañada a su casa, pero había veces en las que tenía que correr para no toparse con ese tipo a solas.

Nunca se ha acercado demasiado, siempre ha tenido la cautela de vigilarla desde la distancia. Por ello la muchacha nunca ha podido acusarlo ni denunciarlo. Nadie lo conoce, nadie sabe de su existencia, es un hombre precavido e inteligente que nunca ha traspasado los límites legales del acoso. Pero ella sabe que, si hubiese seguido persiguiéndola, la situación hubiera empeorado hasta ocurrir algo grave. Por suerte, las encontró a ellas.

Hace solo tres meses que las ha conocido. No sabía de su existencia hasta ese tiempo. En alguna ocasión había oído hablar de ellas, pero la muchacha, recelosa, no se atrevió a acercarse. No sabía cómo iba a reaccionar ante ellas, desconocía si iban a ser beneficiosas o perjudiciales. Desconfiaba de su proceder. Pero poco a poco, fueron ganándose su confianza. Todas ellas la visitaban cada día. Una por una la acompañaban a generar nuevos hábitos y le ayudaban a centrarse, a tomar conciencia de su reciente vida que empezaba a emerger como un tallo joven. La conducían hacia un océano de calma y tranquilidad que se abría en el horizonte de su futuro. Era como si volviera a nacer, como si aprendiera por vez primera a dar pasos hacia adelante, como si despertara de una larga pesadilla.

Al principio la aturdían un poco, pero logró acostumbrarse. Es duro emprender un camino diferente, aun así se siente con fuerzas para lograrlo. Ellas se volvieron necesarias para su existencia, siempre puntuales, cercanas, efectivas, eficaces; sin ellas estaría perdida.

Aquel hombre ya no ha vuelto a aparecer, qué más da si es real o no, si existe de verdad o solo es fruto de su esquizofrenia. Ahora ella solo conoce una verdad, y solo confía en ellas. Sabe que nunca le fallarán, todo se lo debe a ellas. Nunca las llama por su nombre, para ella son sus amigas, sus ayudantes, sus compañeras, sus defensoras, sus pastillas antipsicóticas.

Un tropiezo

Sólo un pensamiento rondaba su cerebro, como un par de estrellas binarias que terminaban colapsando y entonces estallaban en un resplandor inmenso de luz.

El tiempo debía haber invertido su curso pues ese recuerdo parecía más una esperanza del futuro que un suceso del pasado. Un mundo cabeza abajo.

Quizás el momento de su fecundación dejó un rastro indeleble en su organismo, como la de todo organismo vivo que, contra la entropía disolvente de la materia, lucha en vano por una eternidad imposible.

¿Imposible? ¿En vano?

¡Si no fue más que un resbalón en la ducha! - exclamó al salir del psiquiátrico. Y se incorporó, como hace un árbol agradecido, hacia el sol.

miércoles, 23 de marzo de 2022

Bases del III Conncurso de relatos cortos sobre salud mental "El duelo y sus fases"


 III Concurso de relatos cortos sobre salud mental "Construyendo cultura en salud mental". Tema: El duelo y sus fases.


CONVOCANTES

La Plataforma “Salud Mental y Cultura”, integrada por la Unidad de Salud Mental Comunitaria del Hospital de Los Arcos-Mar Menor, las concejalías de cultura de los municipios de Los Alcázares, San Javier, San Pedro del Pinatar y Torre Pacheco, la asociación AFEMAR, la Asociación Los Alcázares Eco Cultural, ISEN Centro Universitario y la Asociación Aike Mar Menor.


OBJETIVO

El tema del concurso, como en otras ediciones, girará en torno a la Salud mental, este año de forma específica sobre “El duelo y sus fases” . Se valorarán especialmente los relatos que ayuden a superar el estigma y reducir los prejuicios. De la misma manera, se valorará la originalidad, creatividad y calidad literaria de los trabajos.


PARTICIPANTES

Podrán participar todas aquellas personas que lo deseen, mayores de 18 años, de cualquier nacionalidad y país de residencia. Podrán participar también menores de edad, siempre que se adjunte una autorización firmada por el padre, madre o tutor, autorizando a participar en el Concurso. Será excluido cualquier participante cuyo trabajo haya sido premiado en otro concurso. La participación en el concurso será gratuita e implica la aceptación de las presentes bases. El incumplimiento de alguna de las bases dará lugar a la exclusión del participante del presente concurso.


FORMATO DE LOS RELATOS

Las obras tendrán una extensión máxima de 500 palabras (sin contar el título), escritas en castellano. Únicamente se admitirá una obra por participante.


FORMA DE ENVÍO

La forma de envío será telemática mediante correo electrónico enviando dos mensajes a dos direcciones diferentes. Las personas que gestionan estos correos son de distintas instituciones y no tienen ningún vínculo, así que le es imposible al jurado saber la persona autora del relato que evalúa. Los correos se deben enviar en el mismo compás de tiempo, primero uno a una dirección y al momento otro a la otra dirección.


Primer correo. Se debe enviar a saludmentalycultura.relatos@blogger.com, poniendo en asunto el seudónimo y el título entre comillas y en el cuerpo del mensaje el relato, que así mismo estará encabezado por seudónimo y título.

Segundo correo. Se debe enviar a saludmentalycultura@gmail.com, poniendo en asunto “Para el concurso Construyendo cultura en salud mental”, seudónimo y título del relato; y en el cuerpo del mensaje los siguientes datos personales: Seudónimo, título, nombre y apellidos, edad, correo electrónico y teléfono, (en caso de ser menor de 18 años, en adjunto se enviará la autorización firmada del padre, madre o tutor).


Enviar estos dos correos tal como se explica en este punto, es fundamental para a la hora de cruzar los datos de los seleccionados, sepamos quién es el autor del relato.


PLAZO

Los trabajos deberán enviarse antes de las 23:59 horas del 25 de mayo de 2022.


JURADO

El jurado estará compuesto por representantes de “Salud Mental y Cultura”, escritores y por usuarios de salud mental, cuyo nombre será revelado junto al fallo.


FALLO

El fallo se anunciará de forma pública el día 3 de junio. Previamente se hará público el nombre de los finalistas a través de las redes sociales, y de modo privado a través del correo electrónico. El fallo del jurado será inapelable.


PREMIO

Se establece un único ganador, que recibirá un premio de 100 euros y una ilustración original del proyecto “Acmé”, sobre el duelo y sus fases, de la ilustradora Raquel Marín Sánchez. Se seleccionará de entre diez finalistas a los que se les hará entrega de una figura decorativa alusiva a su participación elaborado por usuarios de AFEMAR.


CESIÓN DE DERECHOS Y OTRAS CONSIDERACIONES

Los participantes autorizan que sus relatos sean publicados bajo seudónimo en el blog http://construyendoculturaensaludmental.blogspot.com/ Los participantes ceden los derechos de autor de sus relatos presentados al concurso al que se refieren estas bases DE FORMA NO EXCLUSIVA, tanto para su publicación como para su difusión en cualquier soporte. Los finalistas y el premiado autorizan expresamente a la entidad convocante a utilizar con fines publicitarios sus nombres y su imagen como finalistas y ganador del concurso. Los participantes se responsabilizan del cumplimiento de las disposiciones legales vigentes en materia de propiedad intelectual y del derecho a la propia imagen, declarando, responsablemente que la difusión o reproducción de la obra en el marco del presente concurso no lesionará o perjudicará derecho alguno del participante ni de terceros. La interpretación de estas bases y la solución a las dudas que pudiera plantear su aplicación, corresponderá al Jurado designado por “Salud Mental y Cultura”, al que se puede dirigir a través de correo electrónico enviando un mensaje a saludmentalycultura@gmail.com y poniendo en asunto “Duda”.