martes, 5 de diciembre de 2023

Desmarañando bolas

Hay cabezas amorfas, lenguas bífidas o pies de lo más rarunos; pero se supone que todos debemos masticar igual.

Hablando de pies raros, mi tía Desi los tiene como nadie. En una sobremesa navideña supe lo que era mearse de la risa –literal- gracias a sus pies. Aquellas carcajadas despejaron mis marañas por un rato. Recuerdo que buscamos en internet formas de pies y ninguno coincidía con el suyo, porque el segundo dedo era más largo que el primero, pero resulta que el tercero también era más largo que el segundo. Inaudito.

Algo así me pasa a mí con el masticar; con el masticar la vida y que no se me haga bola. Supongo que le doy demasiadas vueltas a todo. Y no, no es que llegue a un punto donde no quiera vivir, es que la bola es tan grande que no sé cómo hacerlo.

Suerte que ahora tengo a una desmarañadora profesional. Se llama Marga y me ayuda a darle la importancia justa a cada cosa para así no hacer bola. Mi tía Desi también tiene alguna que otra maraña y por eso me la presentó. Ella no se merece esos pies y yo le estaré agradecida siempre.

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