El suicidio es un crimen del que todos se sienten culpables menos el que lo cometió. ¿Por qué no lo vi venir? ¿Qué podría haber hecho para evitarlo? ¿Me pidió ayuda y no supe verlo? Es un suceso invisible, impregnado de soledad, mudo. Nadie quiere recordarlo y nadie quiere hablar de sus efectos. Como si nunca hubiera sucedido, cuando en realidad es que nunca debió suceder. Amelia también creyó que si no hablaba de ello sería como si no la hubiera arañado. Pero sólo podemos superar algo cuando perdemos el miedo a mirarlo a la cara, cuando se evapora el temor a que duela.
Nadie quiere reconocer que ha coqueteado con la idea de quitarse la vida. Parece un insulto a todos aquellos que tienen motivos más poderosos que tú para hacerlo y siguen luchando. Da vergüenza que esas ideas se paseen por tu cabeza, así que las guardas para ti, como un secreto bien atesorado. Piensas de quién te despedirías, si es que lo haces, qué te gustaría hacer antes de partir, cómo lo harías. Pero luego recolectas todos los motivos para querer seguir respirando y la idea se diluye. Amelia ha pasado del coqueteo a la decisión final.
No hay comentarios:
Publicar un comentario