El titular de esa mañana le entristeció aún más:
Las jirafas, en peligro de extinción.
Rufino Solano pensó que él también quería extinguirse, que cada vez quedaban menos cosas bonitas en el mundo, que nunca vería una jirafa...
Deambulaba cabizbajo por la calle cuando oyó un alegre "hola" que quiso ignorar. Pero el "hola" se repitió, seguido de su nombre y apellido.
Rufino alzó la vista y creyó alucinar: ¡le hablaba una jirafa!
― Rufino Solano, ¿me reconoces? Soy Cristina Solid, ¡tu compañera del colegio!
Ante él, con jersey de cuello alto y la cabeza coronada por dos moñitos, su antigua amiga le sonreía.
Rufino no pudo evitar echarse a llorar, mientras Cristina le abrazaba diciendo:
― Querido, ¿qué te pasa? Vamos a ese banco y me cuentas, que tengo ganas de volver a sentarme a tu lado.
Cristina se interesó sinceramente por él y eso fue el principio de algo que dio a Rufino ganas de cambiar.
Quién le hubiera dicho, esa mañana, que sí había muchas cosas bonitas en el mundo, que una jirafa podría sorprenderle…
― ¿Sabes una cosa, Cristina? Hoy, sin saberlo, he pensado en ti …
Doña Conchita Chiribí
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