He intentado arrancar el interruptor de la pared, pero sus anclajes están tan enraizados que es imposible deshacerse de él. Sé que el interruptor siempre estará ahí, y la mano seguirá a su lado, con su dedo extendido y amenazante.
Después de todo este tiempo, debería asustarme la posibilidad de que la luz se apague en cualquier momento. De que las venas eléctricas de esta habitación satisfagan la demanda del dedo gélido y se funda toda luz. Pero no lo hace, porque al otro lado del interruptor no estoy solo yo.
No hay promesas vacías en los labios de los que me ayudan a dejar la luz encendida, solo la reconfortante verdad de su existencia. La serenidad de un gesto de apoyo y una sonrisa sincera. La realidad de que un poco de amor es capaz de mantener las luces encendidas para siempre.
Rohirrim
No hay comentarios:
Publicar un comentario