- Hoy ya no me siento culpable de ser sobreviviente de Cromañón, dice Marcos.
Marcos es sobreviviente de República de Cromañón. El 30 de diciembre de 2004, Marcos tenía 23 años. Había ido con sus amigos a ver a Callejeros. Apenas 30 segundos de iniciado el show, una bengala provocó un incendio. El humo y las llamas tomaron el lugar instantáneamente: 194 chicas y chicos murieron tratando de huir.
El estigma fomentado por los medios contra las víctimas y el dolor que tuvo que revivir innumerables veces para justificar por qué él estaba vivo lo determinó por mucho tiempo.
Nadie entendía su dolor. Su familia no lo no escuchaba ni lo acompañaba. Y la asistencia psicológica burocrática y deshumanizada del Programa para víctimas tampoco.
Marcos vivió un tiempo en situación de calle. El estrés postraumático lo transformó en un deambulante. La culpa no lo dejaba en paz. Vivía con el alma inquieta, con ataques de pánico y claustrofobia, y con un insomnio insoportable. La mayoría de las noches dormía fuera de Cromañón, en el santuario de las víctimas. Ahí encontraba paz.
Un día no pudo más y tomó un blíster de pastillas. Solo quería descansar. Afortunadamente, no era su hora.
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