Un problema, un error irreparable, se cernía sobre mi conciencia, sofocándome. Mis pensamientos se volvían más oscuros y persistentes. La idea de terminar con todo comenzó a brillar como la única salida. En medio de otra noche en la que no podía conciliar el sueño, me levanté y me dirigí al baño. En el armario había guardado sustancias cuya ingesta podía suponer la última de mis decisiones, quizá el último de mis errores. Miré en el espejo y vi mi reflejo demacrado, pero también vi el cepillo de dientes de Elena. Entendí que la vergüenza que me impedía pedir ayuda era una trampa mortal. Comprendí que podía decidir morir solo, pero que, si decidía seguir adelante, sólo podría conseguirlo acompañado.
Con temor, di el primer paso. Abrí mi corazón a Elena y compartí con ella mi dolor. Juntos, exploramos caminos de sanación. Me convenció para pedir ayuda especializada. La terapia no resultó sencilla. Es un camino que aún sigo recorriendo, sin tener la seguridad de que no haya nuevas recaídas. Sin embargo, esta experiencia dio un nuevo propósito a mi vida. Devolver la ayuda que yo mismo recibí mediante la promoción de la salud mental y la prevención del suicidio.
Blog con los relatos presentados al concurso convocado por la Plataforma “Salud Mental y Cultura”, integrada por la Unidad de Salud Mental Comunitaria del Hospital de Los Arcos-Mar Menor, las concejalías de cultura de los municipios de Los Alcázares, San Javier, San Pedro del Pinatar y Torre Pacheco, las asociaciones AFEMAR, AIKE Mar Menor y LAEC, y la Fundación entorno Slow-Proyecto Neurocultura de Torrepacheco.
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