Una rata aparecía en el silencio de la noche a roer maldades en la cabeza de mi madre que terminaba en la guardia hospitalaria intentando inútilmente matarla.
Los médicos no la diagnosticaban y la devolvían a casa a cuidarme luego de cada intento de matarla.
La depresión no es buena madre, habría que decirles. Y que no toda enfermedad sale en una placa.
Yo quería poner una bandera blanca a esa guerra que se habían declarado proponiendo un trato a Dios. Ponme a mí a pelear con la rata. Era justo.
La respuesta fue no y entre rezos sin resultado vi a mi madre ser ignorada por demasiadas personas y apagarse hasta quedar en completa oscuridad.
Parálisis Supranuclear Progresiva. El diagnóstico 30 años después. La rata se comió todas las putas células del cerebro de mi madre.
No hay misterio en que era psiquiátrica, era obvio para mí con 8 años, cómo pudo no serlo para los médicos.
Mi duda, del sin remedio, es si la maldita rata fue victoriosa o si en el trajín de ganar mi madre desconectó la máquina. La desesperación que vi en sus ojos… tal vez hay otras formas de quitarse la vida.
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