Caminando por calles vacías, inundadas de historias y cada una más diferente que la otra; caras de lucha transitan con miradas lejanas, y lo más probable, con millones de preguntas sin respuesta aparente, cada espacio visitado viene acompañado de ojos inundados de lágrimas y vos quebrantada; tratando de sacar de su interior ese sentimiento de tristeza, el cual fue adjudicado por una tiranía egoísta, los kilómetros de distancia entre miles de personas, crece desmesuradamente diariamente, las despedidas son los saludos más comunes y más desgarradores a lo que las familias normales aún no están acostumbradas y mucho menos preparadas.
Los cumpleaños se convirtieron en segundos de felicidad, quizás para olvidar por un momento, que en esta tierra de nadie la felicidad fue arrebatada hace mucho tiempo, las navidades pasaron de ser días de júbilos a días de supervivencia, días normales que transcurren con la agonía de tener millones de corazones repartidos por el mundo, corazones que laten por partes en los distintos continentes, rebobinando la película fotográfica de tu vida pasada, con ese nudo en la garganta y tu mente tratando de ser fuerte repitiéndose constantemente, algún día volverá a ser igual.
Tierra de nadie, desolada de rostros felices, pero inundada de rostros de agonía y desesperación, cuanto mal hiciste, para pretender merecer tanto daño, tanta injusticia por parte de tus captores, que celebran y se burlan sobre las lágrimas de su propia gente, tierra de nadie estas tan cansada de luchar, que ya las pocas fuerzas que te quedan; prefieres confiarlas y gastarlas a una esperanza divina o morir esperando una absolución.
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