No soy capaz de recordar la última vez que desperté sin sentir un hueco en el estómago. Cuando recuerdo a lo que me tendré que enfrentar durante el resto del día, no tardará en convertirse en un dolor intenso. Sé que es imposible, pero temo que el corazón se me salga del pecho, siempre alerta y enloquecido por una amenaza invisible, aunque siempre presente, acompañándome como una sombra pesada. Y tan pronto como yo despierto, ella lo hace también, apoderándose de mi cuerpo y mente. Tardo medio minuto en cobrar consciencia de dónde estoy y, aunque los pasos se repitan como un ritual, día tras día, no me acostumbro y llega el pánico. Estoy en mi cama, a resguardo del exterior. Y, aun así, tiemblo. Me pregunto por qué y hasta cuándo y cómo he llegado a estar así. Empiezo a buscar desesperadamente razones que me hagan seguir, recordar sueños y esperanzas, luchando contra el miedo. Entonces, llegas tú, mi pequeña salvadora. Me saludas con un maullido ronco y me acaricias la cara con tus orejitas suaves, obligándome a reaccionar. Te tumbas en mi pecho, ronroneas, siento tu peso y, poco a poco, el vacío desaparece. Gracias, mi pequeño milagro.
Blog con los relatos presentados al concurso convocado por la Plataforma “Salud Mental y Cultura”, integrada por la Unidad de Salud Mental Comunitaria del Hospital de Los Arcos-Mar Menor, las concejalías de cultura de los municipios de Los Alcázares, San Javier, San Pedro del Pinatar y Torre Pacheco, las asociaciones AFEMAR, AIKE Mar Menor y LAEC, y la Fundación entorno Slow-Proyecto Neurocultura de Torrepacheco.
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