martes, 5 de diciembre de 2023

Mi pequeña salvadora

No soy capaz de recordar la última vez que desperté sin sentir un hueco en el estómago. Cuando recuerdo a lo que me tendré que enfrentar durante el resto del día, no tardará en convertirse en un dolor intenso. Sé que es imposible, pero temo que el corazón se me salga del pecho, siempre alerta y enloquecido por una amenaza invisible, aunque siempre presente, acompañándome como una sombra pesada. Y tan pronto como yo despierto, ella lo hace también, apoderándose de mi cuerpo y mente. Tardo medio minuto en cobrar consciencia de dónde estoy y, aunque los pasos se repitan como un ritual, día tras día, no me acostumbro y llega el pánico. Estoy en mi cama, a resguardo del exterior. Y, aun así, tiemblo. Me pregunto por qué y hasta cuándo y cómo he llegado a estar así. Empiezo a buscar desesperadamente razones que me hagan seguir, recordar sueños y esperanzas, luchando contra el miedo. Entonces, llegas tú, mi pequeña salvadora. Me saludas con un maullido ronco y me acaricias la cara con tus orejitas suaves, obligándome a reaccionar. Te tumbas en mi pecho, ronroneas, siento tu peso y, poco a poco, el vacío desaparece. Gracias, mi pequeño milagro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario