Esta mañana los pájaros no cantan, me alertan. Ellos vienen a por mí, lo sabía, ya lo había escuchado antes, entre las ramas, en las miradas de la gente que paseaba a mi lado, en susurros a mi alrededor. Todos me lo advertían y esta mañana aquí están. Los oigo llegar, escucho a mis hijas gritar, pero nadie más las oye, las miro y duermen a mi lado, piden ayuda en silencio, estamos en peligro, las tengo que esconder.
Fuera hace frío, les pongo la chaqueta encima de sus pijamas verdes a rayas, las levanto, protestan, pero siguen pidiendo mi ayuda en silencio, los pájaros me gritan más y más fuerte. Dos hombres entran en el cuarto, piden que me calme, pero yo sé que son ellos, ya están aquí, me agarran con fuerza, me duele el brazo, de repente escucho el silencio, ni los pájaros ni mis hijas me hablan, mis ojos se apagan, me duermo, se acabó, no puedo protegerlas, he fracasado, ya están aquí.
Este día comenzó una lucha que sigo batallando. Rodearme de lo que más quiero es lo que me da fuerzas. El miedo provocó terror en mi mente y el amor me salvó.
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