Querida Eugenia, somos los seis «haters››, u odiadores, que te hacen la vida imposible. Chicos y chicas a los que observar tu atractivo, y saber de tus buenas notas en el Instituto, pone nerviosos. Claro que no reconocerás nuestros alias, aunque veas nuestros rostros a menudo.
Nos han dicho que has intentado matarte con un alijo de pastillas. Hasta en eso has fallado, boba. No quieres regresar a las aulas, pero adonde vayas irás con tu móvil y nosotros te seguiremos.
Yo fui ese colega que te apretó un beso, y gimió que te amaba, para grabarlo y echarnos unas risas. Quizá me siento un poco arrepentido. Pero no te voy a aconsejar que tengas confianza en ti misma, que busques solo a quienes te aprecian, que no te mires en el espejo de los que, cobardemente, no dan la cara. Que dentro de unos años, ya una mujer, con ese afán de estudio llegarás a tu objetivo mientras los demás naufragamos. Y que con tu belleza te sobrarán novios y diversiones. Esa bazofia de explicación la dejo a los maestrillos y padres.
Ahora que lo pienso, de ninguna manera te voy a enviar este mail.
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