Buscaba esperanza, una sonrisa agradable…, un motivo para seguir viviendo. Pero, solo veía gente acelerada y estresada.
Caminando me encontré a mi misma en aquel lugar… Sentía paz, ¡por fín, el sufrimiento se acabaría!
¿Qué haces?- escuché una voz conocida.
No te importa- respondí tras comprobar que era Pablo.
¡Cobrarde! ¿Qué quieres hacer? ¿Suicidarte?- vaciló.
¿Cobarde yo?- respondí. ¡Acércate!
Dudó un segundo.
¿Serías capaz de tirarte desde aquí? No mientas, no están tus amigos.
La seriedad le invadió.
No - admitió.
Entonces ¿le temes a la muerte? ¿Quién es más cobarde ahora?
¿Por qué no te asusta morir?
Porque será el alivio de mi dolor…- aclaré.
Lo siento.
Un lo siento no arregla años de sufrimiento…
Solo bromeaba contigo en clase. No creía que te lo tomaras tan en serio.
No son bromas, es bullying.
Mi padre me abandonó… Creía que sí hacía a la gente reír me iban a querer…
Sus ojos se humedecieron.
Lo siento mucho…- repitió.
Me tendió su mano.
Desde ahora seré tu amigo…
La rechacé.
Te lo prometo.
Algo en mí quería creerle y seguir aferrándome a la vida. Finalmente, acepté su mano y nos abrazamos.
Todo va a ir bien, estoy aquí para ti…
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