lunes, 20 de noviembre de 2023

Convivencia

Conocí a Lucía hace algo más de un año en esas exigentes clases de violín, a las que ella acudía obligada por sus padres. Algo vi en su mirada que me invitó a acercarme tímidamente. Y desde ese momento, hemos sido inseparables. Cada día y, especialmente, cada noche, hemos estado juntas, dándole vueltas a esto y a lo otro sin llegar nunca a ninguna conclusión coherente. He sido tan feliz con ella…

Pero ya no es la misma. Y sé perfectamente cuándo empezó todo: con las visitas a esa tal Marta los martes a las cuatro. El primer día fui con ella y no dejé de agarrarla fuerte todo el tiempo mientras hablaban. Tras algunas sesiones, no me permitió cruzar el umbral y ahora va sola. Hoy nos hemos cruzado en la Facultad y ni siquiera me ha mirado. Pensé que tal vez no me había visto pero cuando he llamado a la puerta de su habitación esta noche, no ha abierto. Y sé que estaba allí. Siento que toda mi existencia se desvanece y es curioso porque, simultáneamente, Lucía tiene un brillo especial y derrocha una seguridad en sí misma que me apaga a su paso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario