- ¿Miguel? Voy a pasar.
- Mamá, te he dicho mil veces que no me gusta que entres a mi cuarto.
- Hijo, ¿qué tal estás? ¿cómo has pasado hoy el día?
- Como siempre mamá, bien.
- Desde que empezaste el instituto te veo más cansado. Más serio, ¿de verdad va todo bien? Puedes contarme lo que quieras. No me voy a enfadar.
- Mamá estoy bien. Voy a estar bien.
- Soy tu madre y siempre lo seré. Hayas hecho lo que hayas hecho.
- Ya lo sé mamá, no te preocupes. Está todo solucionado ya, aquí en mi cuarto estoy bien. Nadie me molesta y puedo veros todos los días.
- Miguel, te echo tanto de menos...
- ¿Sabes mamá? En realidad sí me gusta que entres a mi cuarto. Me siento mejor y más calentito cuando vienes a verme aquí. No sé por qué, pero últimamente siempre tengo frío... Ojalá lo hubieses hecho antes, cuando sí estaba.
- ¿Sabes hijo? Me gusta fingir que de verdad hablo contigo, cariño. En este cuarto siento que estás presente, aquí, a mi lado. Eres parte de mí, ahora y siempre. Ojalá hubiese hecho esto antes, hijo mío.
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