lunes, 6 de noviembre de 2023

Desde abajo

Creíste ser profundo y habías caído en un pozo depresivo. Lo cavaste con tus propias manos y se asemeja a una fosa privada que oficia de tumba aunque aún te encuentras vivo. La distancia que te separa de la superficie es mediana, pero se te antoja eterna. Intentas trepar por los laterales. La tierra cenagosa se disuelve en tus manos como si de un siniestro reloj de arena se tratara. Y te sepulta. La oscuridad te abarca. El sol se deja ver una vez al día, un instante breve. Resulta insuficiente para contagiar la vida.

La desesperación te impide percibir hacia los lados, saber que otros tantos deambulan subterráneos y forman una colmena de almas en pena intentando desear, más no sea, sentirse como sintieron cuando aún se veían libres. Pero no estás solo, siquiera en tus padeceres.

La salida más sencilla sería cubrir la fosa y ceder a la oscuridad, una masacre de espíritus deprimidos. Pero hay algo, una cosa, de la cual asirse aún y es que el dolor es tuyo. Estás vivo, aunque sea por las malas y puedo jurarte que la existencia te reserva mucho más que dolores. Relájate y espera conmigo. No te vayas.

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