lunes, 20 de noviembre de 2023

Biomecánica articular del suicidio

Votaron el estómago, el ligamento anterolateral de la rodilla, las tres cabezas del hombro, el pulmón izquierdo, las cutículas de las uñas, el surco nasolabial y las cuerdas vocales. Algunos se mostraban reacios y otros no entendían qué estaban votando.

- ¿Qué ha pasado?- preguntó la vesícula al hígado-. Ayer no dormimos muy bien.

- El cerebro quiere que dentro de unos días nos suicidemos.

La bilis amarilla de aquella vesícula comenzó con su vaivén nervioso. Sin comprender, intentó proclamarse en desacuerdo:

-Perdón, pero a mí no se me ha informado nada.

Desde El Palacio del Peritoneo, el estómago tomó la palabra y trató de poner orden pero otra voz, estertórea y a la vez tensa, a la altura de la garganta, lo interrumpió: era el hueso hioides.

-A mí no me van a colgar ninguna soga al cuello. ¡Ninguna!

El cuerpo hizo silencio y solo se escuchó el murmullo de los pies que preguntaron:

-¿Las manos ya votaron?

En el Palacio de las Meninges, el cerebro permaneció en un sigilo lamentable.

Al pasar dos días, se contaron los votos: los tejidos habían votado "sí". Sí a la vida, aunque doliera, aunque mañana terminara el mundo.

El cuerpo había hablado.

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