jueves, 2 de noviembre de 2023

El susurro de Ehecatl y la Elección de Xólotl

La comunidad Azteca celebraba el nacimiento de los grandes dioses Quetzalcóatl y Huitzilopochtli. Durante la sagrada asamblea, el gran sabio Cuauhtémoc anunciaba, conmovido, al que traería el fin de la larga era de lágrimas: "El primer bebé en nacer antes de la medianoche sería conocido como el 'Susurro de Ehecatl', un eco divino que ofrecerá esperanza". Daniel, el que tendría por único juez a Dios, fue el elegido. Nació bendecido bajo la dualidad de Ometeotl: el equilibrio entre el miedo y la aceptación de las sombras.

Los rostros se iluminaron llenos de esperanza, excepto el del sacerdote Xólotl, un hombre consumido por sus demonios interiores, lleno de un vacío descomunal. A la mañana siguiente, Xólotl se encontró nuevamente frente al precipicio de su desesperación y quiso dejarse caer del tercer piso; para él ya no habría esperanza, nunca hubo. Recordó por un breve instante a Daniel y un viento invadió la habitación, acompañado de un murmullo. "El Respiro de Ehecatl", susurró Cuauhtémoc desde su jardín, dirigiéndose a Xólotl: "Recuerda que incluso el aliento más puro se corrompe si no se comparte. Ve y lleva a todos el mensaje de que tú, tocado por la muerte, has vuelto a vivir".

No hay comentarios:

Publicar un comentario