Cuando mi suegro falleció, le conté a una amiga que estaba muy triste. Sin dudarlo, me respondió: "Fue por suicidio, ¿no? Me habías comentado sobre su depresión y dependencia…"
Le dije que no. Y que no era tan simple. Que el suicidio es multicausal. Que son muchos los factores que pueden influir, como la soledad no deseada, un trauma, un acto de violencia, el desempleo, dificultades financieras, un fracaso importante, el aislamiento. Que por eso es fundamental la salud física y mental, como también la social, económica e integral. Que no todas las personas con depresión y dependencia se suicidaban. Que dejara de lado los estereotipos.
También le respondí que no, que a diferencia de lo que se imaginaba, mi suegro no se había suicidado, sino fallecido de causas naturales.
–¿Por qué estás tan triste entonces? –me preguntó.
–Porque más que una persona con depresión o alcohólica, era un hermoso papá, un hombre trabajador, excelente contador de historias, gran cocinero, amante de los animales, sensible, artista, atento a cada detalle, nostálgico, mi padrino de bodas… ¡Mi segundo padre! Estoy triste porque mi amor por él también es multicausal.
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