jueves, 16 de noviembre de 2023

Rafa, ¡Despierta!

Que la máquina te asigne el número cuarenta para ser atendido siempre es una mala noticia. ¡Ni para entrar en el cielo esperaría tanto! A Rafa, este pensamiento le hizo gracia. Y es que tramitar los papeles para cobrar el paro le parecía una forma, aunque fuese provisoria, de alcanzar el paraíso.

Llegó su turno y la conoció. «La espera resulta sanadora», le susurró la funcionaria cuando percibió la ansiedad. «Lucía, un ángel, sin duda», pensó. La funcionaria irradiaba belleza, chispeaba alegría, iluminaba a las personas que, como él, se cronificaban en el desempleo. Meses de relación, de nuevo la vida cobró sentido; ambos maduros en el desamor, sin ataduras. Bueno, él enseguida le pidió matrimonio, formalizar la relación. Ella salió corriendo.

Decidió que esa sería la última vez que los nervios le arruinasen la vida. Contó las pastillas: cuarenta. ¡Macabra coincidencia! Tragó la primera… Entonces recordó la frase de Lucía y el sentido que encerraba: todo suicida es un adelantado, un negacionista de la espera. Apartó las pastillas y postergó la decisión. A fin de cuentas, la espera en la cola del paro le había premiado con un trozo de paraíso. ¡Quizá otro estuviese por llegar!

 

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