lunes, 6 de noviembre de 2023

Al otro lado de la calle vive una niña con cara de elefante que se columpia en sus trenzas largas, largas como cien serpientes juntas

A mí que no me pregunten, a mí me dijeron –el viejo que recoge la basura de casa en casa y la mujer del puesto de dulces de la esquina– que, al otro lado de la calle vive una niña con cara de elefante que se columpia en sus trenzas largas, largas como cien serpientes juntas. Yo creo que es una niña mala, mala como las cien serpientes juntas. Yo creo que la mamá de Dany, mi compañero de cuarto, llorará cuando venga a visitarlo el domingo y sepa, por boca de Arnulfo, el enfermero que nos pega cuando estamos corajudos y no tragamos la medicina, que su hijo se colgó de la regadera del baño con las largas, largas trenzas como cien serpientes juntas de la niña que vive al otro lado de la calle.

El pobrecito quedó con una lenguota larga, larga. A mí que no me pregunten, que le pregunten al viejo que recoge la basura de casa en casa y a la mujer del puesto de dulces de la esquina. Yo nomás le pido a Diosito que cuando le saquen las tripas a Dany para ver de qué murió, no le salgan serpientes.

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