Permanezco quieta, en silencio, como si nada y a la vez se fundieran por igual. Siento que no pertenezco, que en esencia no tengo ningún lugar al que volver después de la tormenta, del desastre.
Y me pierdo, porque no sé a dónde ir, a dónde volver o si alguna vez hubo un lugar.
No recuerdo desde cuando me hice tan frágil, cuál fue el punto de partida, de inestabilidad.
Lo único de lo que soy plenamente consciente, es de que me ahogo, me ahogo en silencio, y no sé nadar, hace tiempo que olvide como hacerlo.
Miro a ambos lado en vano, no hay nadie que me pueda salvar de lo que se avecina.
Pero esta ahí y me mira con ojos de furia, en su mirada no hay compasión alguna, me detesta, por ser tan frágil, por estar tan rota. Siempre había evitado el contacto directo con ella, no lo soporto.
Pero hoy se acaba todo eso, cojo el filo con el que tantas veces había marcado mi piel, y la golpeo una sola vez, con eso es suficiente, mi peor enemiga se hace añicos. He acabado con mi oscuridad, quiero ver la luz.
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