Me miro en el espejo y no reconozco a la persona que tengo delante. Cada día pesa más levantarse de la cama. No quiero que nadie me de consejos. No saben que llevo una tormenta en mi interior que puede estallar en cualquier momento y que la lluvia mojará mis mejillas una vez más, incapaz de detener a los truenos que hacen ruido en mi corazón y los fogonazos de los relámpagos que alteran mi mente. Y de pronto, aparece la niña que una vez fui. Su reflejo me hace reaccionar. Lleva una melena negra y larga y su pijama. Coloca su pequeña mano en el cristal y yo le devuelvo el gesto y apoyo mi mano adulta también como si pudiésemos tocarnos. Ella sonríe y me habla:
— No me abandones, yo sigo a tu lado. Necesito sentir de nuevo tu calor y dejar de temblar de frío. Aquí no hay luz, está todo a oscuras —.
Devuelvo la sonrisa a aquella niña.
Así que hoy, dejo mis pensamientos destructivos a un lado por fin, tiro la cuchilla a la basura y decido apostar por una nueva vida: la mía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario