« Siempre estás a la defensiva. No te relacionas con nadie»
« Lloras, no estudias y ni siquiera comes nada. ¿Se puede saber qué te pasa?»
«Tienes diecinueve años. Deseas llamar la atención. Todos tenemos nuestros problemas»
Con esas ideas de los demás sobre mí, reflexiono y me pregunto: ¿Qué estaré haciendo mal para que me vean de esa manera? En esos momentos de inquietud, imagino que estoy dentro de una gran burbuja, gritando para poder salir, pero nadie me escucha. Siento que nadie puede ayudarme. Y después de todo, sin darte cuenta, siempre hay alguien que te aporta el impulso necesario para poder salir de esa oscuridad.
« ¿Quieres hablar con un médico? Yo estaré ahí para apoyarte»
En cambio, estas palabras supusieron un antes y un después en mi vida. Debo admitir que mediante un tratamiento necesario, apoyo y paciencia se puede salir de ese agujero en el que entramos tras una enfermedad. Nuestras actuaciones dicen mucho de cómo somos como personas, y a veces, pueden generar mucho daño en otras personas.
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