La moderadora del Congreso Internacional de Expertos en Salud Mental, atravesó el auditorio y subió al púlpito. Con su intervención, la concurrencia entera, conformada por las máximas eminencias de la psicología y psiquiatría mundial, se volteó a ella y el recinto quedó en un completo silencio. Agradeció la asistencia, resumió los criterios que de ahora en adelante regirían el planeta y, tornando su rostro a una esbelta sonrisa, invitó el cierre del evento en el salón contiguo, con una deliciosa cena. Pero algunos asistentes murmuraron entre sí, agradecieron la molestia y aceptaron nada más que el brindis, pues se sentían ansiosos y otros, solo un poco tristes.
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