lunes, 4 de mayo de 2020

Quién soy y quién fuí

Voy caminando con una postura encorvada, me duele toda la parte derecha del cuerpo. Mis dedos están tan estirados que siento que tuviesen el doble de tamaño de la mano izquierda. Me paro. Miro mi reflejo en un coche. El frío me tiene engarrotada, pero no puede ser, es agosto en Madrid. Un peso y una oscuridad enormes, no me dejan levantar la cabeza. Me duelen los pies. Sólo estoy apoyada en la mitad de estos. Intento rectificar. Un ojo parece cerrarse más fuerte que el otro y no consigo controlarlo. Tengo que llamar a mamá. Cruzo, miro el móvil, repaso todo lo que me queda por hacer. Otro whatssapp. Tengo que llamar a mamá. Me gustaría pasear un día sin prisa… Que no se me olvide que mañana entro antes a trabajar.

Me he equivocado de camino. ¿En qué iría pensando?. Si lo hago todos los días. Ahora voy a tardar más. Me duele el cuello y el dolor se me pasa a la cabeza. Luego llamo a mamá, si no, ahora me voy a quejar y se va a preocupar. El metro va lleno y hace mucho calor. Me duele la cabeza y siento presión en el pecho. Oigo mis pensamientos por encima de la gente. No me gusta. Mi corazón va a estallar. En cada latido, mi cuerpo se derrumba. No puedo respirar. Salgo y me siento.Todos los días son lunes y no puedo más.

No siento mi mano derecha. Hay mucha gente, pero no oigo nada. Sólo mi cabeza. No soy capaz de ordenar mis pensamientos ¿Quién soy? ¿Me estoy volviendo loca? Si alguien me habla, no podría contestar. No quiero saber ni qué hora es. Cállate. No puedo. Me voy a desmayar. No tengo tiempo, llegaré tarde. Levántate, aguanta y súbete al metro. Vuelta a empezar. Sé fuerte. Aguanta. El móvil no para de sonar. Tranquila, mira hacia arriba como te dijo.

Por fin puedo respirar. Salgo del metro derrotada. ¿Me lo notarán? No conozco la voz que habla en mi cabeza…o quizás sí. No me gusta, no me deja descansar.

Llego y me desplomo en su sofá. Sálvame. Al entrar, una paz se apodera de mí. 

Me mira con calma. Ahora sí me apetece hablar. No paro y ella no deja de escucharme. Quizás estoy molestando, ella también tendrá en qué pensar. La sombra ya no está.

Puedo estirarme y sobre todo, respirar. Su magia cura mi mente.

Ojalá supiera la falta que me hace. ¿Quién fue la que entró hace una hora aquí? No fui yo. No podía ni hablar. 

Mi mano empieza a despertar. Gracias. No te lo digo y tú no lo sabes, pero me has vuelto a salvar. Ojalá mis pesares no se queden en ti.

Me has dado un poquito de tu fuerza. Nos vemos pronto. Ojalá supieras cuánto me ayuda tu sofá.

Qué calor hace. Me siento a mirar a la gente y voy a llamar, tranquilamente, a mamá.

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