Si vas a terminar el periodo de confinamiento sin haber hecho: ejercicio, leído un libro o aprendido inglés; si eres uno de los pocos que has resistido a la fiebre de la harina y la levadura, no has inundado tus redes sociales con fotos e historias de bizcochos o tartas, ni te has entregado en un frenesí gastronómico realfooder; si no tienes ni idea de lo que es un Tik Tok, no has participado en ningún challenge o puesto una cita intensa en tus perfiles, al más puro estilo Jorge Bucay; si la agenda de aplausos y caceroladas diarias te abruma, angustia y sobrepasa; si preferirías perforarte los tímpanos con un alambre antes que volver a escuchar el "Resistiré"; o si sopesas seriamente fingir tu muerte antes de aceptar otra videollamada… ¡Enhorabuena! Eres un auténtico héroe.
¡Vale!, probablemente salgas de esta cuarentena con un par de kilos más, porque te has hartado de ultraprocesados. El pijama ha sido tu segunda piel. Has deformado el sofá, dejando fijada tu silueta en él, a fuerza de horas dedicadas a ver series que te desconectasen de la realidad circundante. Seguramente, tu salud mental se haya mimetizado con las fluctuaciones de la bolsa, con una clara tendencia a la baja según avanza el tiempo, con momentos de aburrimiento, apatía, incluso hartazgo, sazonados de unos cuantos reproches y un maravilloso sentimiento de culpa por no estar aprovechando el tiempo. Aun así, eres todo un superviviente porque has llegado hasta aquí a pelo, y no dejes que nadie infravalore el mérito que ha tenido. No solo no te has dejado arrastrar por la norma social imperante, por esa hiperactividad autoexigida que muchos entienden como lo "correcto", el modelo deseable a seguir, la felicidad estándar donde todos debemos reflejarnos y aspirar a encajar; sino que, además, has resistido, y sobrevivido , de la forma más dura posible: contigo mismo las 24/7, sin distracciones ni periodos de tregua.
Déjame decirte amigo mío, que has logrado una de las mayores proezas en estos tiempos. Sales de este confinamiento haciendo un triple mortal carpado. No voy a decir que sin despeinarte, porque sin duda convivir con uno mismo sin escapatoria, deja huella… en este caso una resiliencia positiva.
Al final, si te paras a pensarlo, has llegado a la meta igual que el resto, pero por el camino más difícil: el de autosoportarse. Sin emplear los atajos fáciles que usan los demás, sin ocuparte hasta la extenuación para no tener que verte ni pensarte. Te has tenido que autoconocer y aceptarte con humildad, sin pretensión alguna,siendo consciente de lo que hay, de los recursos que posees y las habilidades que tienes para gestionarlos. Por tanto, estar 40 días peregrinando de la cama al sofá, del sofá a la cocina, y viceversa, es una formula tan válida y meritoria de afrontar la situación como cualquier otra. Y por todo ello tienes muchos motivos para sentirte orgulloso y celebrar, porque has podido .
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