El domingo había decidido ir otra vez a caminar al Jardín Botánico ‘su lugar de terapia orgánica’. Lo necesitaba. El lunes en el trabajo tendría que discutir otra vez con Edgard, el Líder de Proyecto.
Allí, en el Botánico, Rafael vio nuevamente a la señora que siempre ve cuando se toma el break del trabajo. Ella es de esas personas con una mirada imposible de capturar, casi siempre moviendo la cabeza con un ritmo que solo ella escucha. Y sí alguien se le acerca demasiado recurre al revoltijo de su cartera para buscar algo inexistente hasta que el ‘peligro’ pasa.
Los aromas del jardín ya le hacían efecto cuando al pasar cerca de ella un llavero con mini-peluche salto de su cartera. Rafael decidió acercarse más y alcanzárselo y le vino, vaya a saber de dónde, tanto cariño. Ella lo tomó mirándolo unos instantes con gesto agradecido y él vio en sus rasgos algo conocido, «¿a quién me recuerda?» y se alejó sintiendo que todavía lo miraba.
El lunes al despertar Rafael tenía el cuello tensionado. «Claro Edgard y la entrega del proyecto. El ‘persecuta’». A Rafael le resultaba difícil esconder el rechazo que sentía por sus clichés de márquetin, su flojo conocimiento de la tecnología y la apropiación de las fastidiosas citas de Bill Gates y Elon Musk.
Agua, ducha, traje, café y subte estaba en su plan automático cuando su mente volvió a las especulaciones y la gran sorpresa del domingo en el Botánico. Después de dar una vuelta volvió a ver a la mujer saliendo del parque, pero con Edgard. «¿Sería su mamá?»
Ahora en la oficina Rafael encendía ‘la computadora’ al tiempo que miraba el árbol poblado de gorriones cuando apareció Edgard. Parado al lado del escritorio le sonreía con una expresión simpática y nueva.
—Que tal Rafael, che, mirá, querría saber qué opinás. ¿Vos crees que podemos llegar a tiempo o necesitás que hable con los de Telefónica para prorrogar la entrega otra semana? Igual estamos bien con las fechas.
Rafael se llevó la mano a la cara sin atinar a darle una respuesta y sorprendido por tanta amabilidad, se preguntó «¿Me habrá visto él a mí también en el Botánico, cuando logré conectar con la señora?»
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