En algún lugar dentro de una gran mente había una cascada de pensamientos y ésta, caía en un inmenso lago.
Un día, la cascada comenzó a llenarse de aguas negras que al caer manchaban y contaminaban la claridad del lago.
El dueño de la gran mente decidió entonces hacer ríos para dividir el agua.
Habría un río de aguas negras que desembocaría a un pozo subterráneo a donde nadie jamás entraría, y otro que desembocaría en una presa para compartir el agua dulce y clara de aquella cascada con alguna persona con otra gran mente.
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