Te evoco.
Te celebro.
Te suelto.
Te agarro otro rato.
Te río.
Te lloro.
Te grito.
Te busco.
Te escribo.
Te leo.
Te canto.
Te odio un poco.
Te vuelvo a querer a montones.
Me agobio.
Me culpo.
Me canso.
Me arrepiento.
Te duelo.
Me duelo.
Y al final, o al principio, o en el transcurso, es como dicen los que dicen que los duelos son tan en primera persona:
Tan presente.
Tan de uno.
Tan de nadie y de todos.
Tan puro verbo.
Y vos,
mí dolida ausencia,
presente en todos ellos.
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