"Tómate una pastilla te aliviará". Solo escuchas esas palabras, cuando lo vivido te está rasgando por dentro. Ese dolor indescriptible, que te parte en mil pedazos. Esa agonía del alma, que busca respuestas y no las encuentra.
Mil preguntas, que atenazan tu cabeza. Nublan tu mente, ni siquiera sabes si estás despierta.
El día va pasando, entre "lo siento" y los abrazos. Se hace largo, se hace eterno. Lo único que quieres es llegar a casa. Sentirte a solas, con tus sentimientos.
Llorar si las lágrimas salen, o gritar, sin temor al estruendo. Mirarte en el espejo. ver en tu cara, la sombra de un maldito día incierto.
Queda el acto final, el último adiós, un poco cruento.
A las ocho de la mañana, con diez personas a tu lado, alguien te dice:
-Tiene que bajar a reconocerlo-.
¿Cómo voy a bajar, si aún no me creo que haya muerto?
Siempre hay alguien a tu lado, que te mira. Qué dándote la mano, te da consuelo.
Pronuncia las palabras:
- "Ya bajo yo, que soy el yerno". -
Mi mirada enrojecida, le da las gracias en silencio, porque enfrentarme a esa escena, hubiera terminado de matarme por dentro.
Ya todo finaliza, solo queda un gran silencio. Ahora empieza lo difícil, porque las nubes de los dos días, han desaparecido por completo.
En el camino de vuelta, el mismo que hiciste en el de ida, mientras los kilómetros avanzan, por fin te quedas dormida. Te despierta una voz infantil que pregunta entre sonrisas:
-
Mamá, hay una cosa que no entiendo. ¿Cómo se sube al cielo? Porque por mucho que pienso, no hay una escalera tan alta, que llegue hasta allí, desde el cementerio
Y no puedes evitar esbozar una sonrisa. Divina inocencia infantil, que no siente el dolor igual que yo lo siento.
Respiras profundamente, vas recobrando el sentido. Hay alguien muy importante a tu lado, que te necesita y está vivo. Hay que darle una respuesta, porque su mente inquieta la necesita. Buscas una forma para que en su mente infantil, tenga cabida.
-
El abuelo se ha ido al cielo, a tomar oxígeno a una estrella. Cada noche si quieres, saldremos a la ventana, y mirando las estrellas le lanzaremos un beso.
-
Sí mamá, eso es lo que quiero, ya pensaba yo que era magia, por que era imposible si no, subir tan lejos.
Llegas a casa, te sientas a tomar aliento. Ya sabes que lo que necesitas, simplemente es, que pase el tiempo.
Aprendes que el dolor de hoy, no será igual al de mañana. Qué dentro de un mes, ya no despertarás empapada.
Que aún no has llorado todo, y que llorar te hace falta, pero que tu vida sigue, y está cada vez más ordenada.
Cada noche que te acercas, de su mano a la ventana, miráis hacia la estrella, con una magia encantada. Lanzáis un sonoro beso. Un beso de buenas noches y un dulce hasta mañana.
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