lunes, 16 de mayo de 2022

Osita

Pronto llegará, osita nunca llega tarde, así que espere sentado frente a la puerta de nuestro departamento; es previsible que siendo el hermano mayor deba constatar que llegue a casa sana y salva, por lo que, no me moví de ahí hasta altas horas de la madrugada.

Para cuando los rayos de sol entraban por las ventanas entendí que hoy no vendría ni mañana ni la próxima semana o el próximo mes, ah, es cierto, osita ya no necesita que cuide de ella, entonces ¿por qué estoy llorando?

Creí que la volvería a ver; me equivoque de nuevo.

Estuve días y semanas esperando en vano, osita no volverá por mi culpa; ella estaría conmigo de no ser porque fui un inútil y permití que fuera al trabajo sola, creí que volvería a salvo, que veríamos una película como cada noche después de un extenuante día, que prepararíamos la cena juntos o que siquiera volvería a casa.

Durante meses pensé en cómo podría haber evitado su muerte, tal vez debí acompañarla al trabajo aquel día o debí decirle que tomara otra ruta, tuve que haber dicho algo para que se tomara ese un día libre, pero no hice nada y ya no está. Me siento frustrado conmigo mismo: un hermano mayor que no pudo proteger a su hermana, ¿de qué sirve tener a un hermano como yo?

Ella era la persona más hermosa en el mundo, su sonrisa era resplandeciente y su personalidad atraía a las personas como flor a las abejas, en su lindo rostro se formaban pequeños hoyuelos cada que sonreía y su cabello siempre olía a canela; debí hacer más por ella, quería hacer más que llevar flores a su sepulcro, quería tocarla y sentir que vivía, quería oír su voz o su melodiosa risa, quería abrazarla y decirle tantas cosas que no pude antes.

Ella fue mi vida y alguien me la quitó de un corte.

Algunas veces llego a nuestro departamento, después del trabajo, y desconozco la manera en la que lo hice, como en un truco de magia; a veces despierto en su habitación sin saber en qué momento llegué allí, entendí que, mientras duermo, abrazo su almohada como si fuera ella, y algunas veces escucho su voz a través de las llamadas grabadas en mi teléfono, aunque es contraproducente.

Deje de comer, de dormir y de fumar porque sé que a ella no le gustaba que lo hiciera, solo quiero que ella esté tranquila donde sea que se encuentre. Osita, lo siento mucho, porque incluso después de casi dos años sigue doliendo tu muerte y sé que no te habría gustado verme así.

Osita, ojalá te hubiera abrazado mucho más aquel día, espero que puedas perdonarme por no hacerlo; te amo, no sabes cuánto te amo y te fuiste de mi lado, me dejaste solo, pero sigo queriéndote tanto como desde el primer día en el que mamá me dejo verte. Eras mi osita y por esa razón tengo que dejarte ir. Adiós, hermanita.

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