Jamás había pensado que una ruptura pudiera significar un duelo. Vale sí, sientes tristeza – concedió a regañadientes – pero la palabra duelo para ella siempre había estado relacionada con la muerte. Nunca pensó que se pudiera entrar en duelo tras una ruptura de pareja, hasta que su psicóloga se lo explicó.
'Sara' – le explicó la Dra. Álvarez – 'estás atravesando un período de duelo'.
'¿Duelo?' – Sara la miró incrédula.
'Estás en duelo por la vida que has perdido' – elaboró la doctora – 'Hasta hace poco tu vida seguía una trayectoria clara, pero ahora las cosas han cambiado y estás en duelo por la vida que imaginaste ibas a tener'.
Por un segundo, la cabeza de Sara dio vueltas. Claro, pensó, tiene sentido. Sara se recompuso, se levantó de la silla y avanzó hasta la ventana de la consulta. Su mirada se perdió en el tráfico de la carretera principal. Hasta hace poco su vida tenía 'sentido' se dijo. Se había enamorado, se había casado, había tenido un hijo, había ahorrado para la entrada de una casa. Había seguido las instrucciones al pie de la letra, pero el resultado final no había sido el esperado.
Tras años de malos tratos psicológicos ella había aunado el valor y las fuerzas para dejarle, y ahora se encontraba en una situación desconocida. ¿Quién hubiera pensado que una víctima de malos tratos pudiera sentirse en duelo? ¿Quién hubiera pensado que una parte de sí misma pudiera echar de menos a la persona de la que se enamoró locamente cuando aún era sólo una cría?
Al principio se negó a aceptar que ella estuviera siendo víctima de malos tratos. No, ella tenía un carácter fuerte. Eso le pasaba a gente de carácter dócil, pensaba. Con el tiempo, la duda, de la mano de una serie de evidencias innegables, cedió paso a la ira que irrumpió con todas sus fuerzas '¿Cómo podía ser posible que ella hubiese dejado que aquello sucediera? ¿Cómo le había permitido tanto, durante tanto tiempo?' La etapa de ira fue breve. Al fin y al cabo, el odio sólo envenena a quien lo siente, se dijo. Ese se convirtió en su mantra para dejar atrás cualquier sentimiento de inferioridad y culpabilidad y salir adelante.
El tiempo dio paso a la aceptación. Haber sido víctima de un monstruo no le convertía en una víctima de por vida. Aquello no era un punto final. Aquello era un punto y aparte en su vida. Su historia continuaba y, por primera vez, una lágrima de emoción recorrió su mejilla. Al fin y al cabo era emocionante poder reescribir su historia. Convertirse en la autora de su propio guión.
Sara se giró, dedicándole una sonrisa a la doctora. 'Estoy lista' dijo mientras se secaba la lágrima con la yema de los dedos. 'Estoy lista para comenzar de nuevo. Para atravesar este duelo y reconstruirme a mí misma, para enamorarme de mí misma y convertirme en autora de mi propia vida'.
La doctora señaló la silla con una tierna sonrisa. 'Empecemos'.
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