martes, 24 de mayo de 2022

La madre de las tempestades

Ayer estaba en la ciudad, me mareé, sentí un dolor profundo en mi corazón, me faltaba el aire; esta mañana mi hermana me comunicó que mi madre estaba ingresada, se ahogaba. Hace unas horas me dieron la última noticia: estaba muerta, murió en el hospital.

En menos de 12 horas, desapareció físicamente de mi mundo, pero en mi mente está en un limbo, a veces viva, otras muerta.

Imágenes de infancia, donde aparece una mujer que me da la mano, o me trata con cariño y devoción.

Está noticia ha entrado en mi vida con ímpetu y desparpajo; teniendo en cuenta que recién pasé un febrero gris, con una grave crisis existencial, una de tantas, ahora no se como o que debo hacer.

Recién llegó la primavera, y mi madre murió, y yo lloré 10 minutos y me flojearon las rodillas, ahora no se que más debería pasar, estoy seco, sin lubricante para tonificar mi corazón encogido, no me quedan palabras de rabia ni congoja, estoy como un animal deslumbrado en la noche, en cierto modo aterrado, nunca fui capaz de valorar una madre, mi madre.

Sigo siendo una persona inmadura, con grandes tempestades emocionales, cada ciertas semanas naufrago, y me siendo con la boca seca y salada, he tragado demasiada agua en mi intento de sobrevivir a mi mismo.

Uno de los más crueles pensamientos después de su muerte, aún me duele sentirlo en mi interior, es que ahora soy más libre de quitarme esta vida, en vida de ella, nunca quise que pasase por ese dolor, ahora tengo esa libertad ética, lo anterior fue un imperativo moral.

Recuerdo a mi hermano explicarme cuando sucumbió a la enfermedad, comenzó a sentir un hilo de música clásica, en su cabeza a todas horas, se derrumbó; que cruel fue el destino con él, joven e inteligente ha acabado arrinconado en un rincón social, donde no molesta a la normalidad, aquella que supongo responde a la norma...no conozco nadie normal.

Mi último recuerdo de mi madre, es su rostro peinado dentro de un féretro a punto de la incineración; la habían peinado de forma que parecía el pastor de Fanny and Alexander, de Bergman, fue el último toque sublime y cómico de su vida.

Aunque me parezca extraño, era la única de la familia estable emocionalmente y siempre feliz, y en cambio le toco una vida a veces ruda y cruel, quien soy yo para decir lo que fue de su vida, aun tengo miedo de solo pensar cuando llegue me próxima tempestad...será la última.

No he llorado casi, no se como aliviar el vacío lleno de ansiedad de su pérdida, si cargo otra carga emocional en mi espalda acabaré de rodillas vomitando mi vida, cargo demasiadas cosas, es inviable.

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