Constanza vivía sola. Tal vez de niña nunca lo imaginó, pero así se dieron las cosas y realmente no le molestaba; ahora bien, tampoco estaba orgullosa, solamente era una característica inherente a ella, pero no definitoria, así como eras mujer, pero no era solo eso, era escritora, pero no se definía en ello, era ciudadana responsable, pero trascendía esta característica... era muchas cosas, incluida su soledad, que ni la enorgullecía ni la avergonzaba, solo la vivía y punto.
En algún momento estuvo casada con el gran amor de su vida, pero muy rápidamente enviudó y desde entonces le da un poco de risa la lástima que muchos le expresaban por permanecer sola, porque socialmente no es común ver a una persona sola y feliz. En muchas cabezas eso es un contrasentido, un conflicto.
Y tal como el conflicto ya no es algo indeseable o negativo Constanza pensaba que podía ser una especie de "adalid de la soledad", una mujer plenamente desarrollada, satisfecha y feliz, pero sola, porque en su experiencia encontraba que soledad y felicidad no son mutuamente excluyentes. Porque es diferente estar sola a sentirse abandonada e igualmente es diferente estar sola que haberse quedado sola. Tal vez recién murió su pareja sintió que se quedaba sola, pero se encontró con una muy particular visión al respecto: el duelo no es algo patológico y se dio cuenta de ello cuando, tras un año de ser viuda encontró que muchas personas preferían omitir el tema de su pareja muerta y Constanza realmente quería hablar de ella porque la amaba y el amor no desapareció con la muerte, entonces descubrió que cada quien lleva el duelo a su manera y todas las formas son respetables, pero es más fácil reponerse si no se le ve como algo a erradicar, con una fecha de caducidad donde tienes un tiempo para vivir el duelo, pero después de eso ya te tienen que medicar.
¡Pues no! Ella decidió tener presente a su esposa, a su recuerdo y al amor de las dos, sin dejar que le digan que está enferma o que algo anda mal con ella y por tanto decidió desmitificar la soledad. Redactó un breve manifiesto al respecto, el cual tituló "que la soledad te abrace", en un intento por asociar la soledad y el duelo con sentimientos, palabras e imaginarios más positivos, como los abrazos y el amor.
Su publicación fue muy polémica, pero con el tiempo logró posicionarse y fue de buen recibo en algunos círculos. La soledad estaba, por tanto, seduciendo a un buen número de personas, pero también asustó a un buen número y lo que concluyó Constanza es que la soledad es una causa exigente, porque exige que quien se encuentre con ella sepa reconocerse y asumirse en lo bueno y lo malo. Finalmente, abrió una fundación "abrazando el duelo" para que, quien quisiera, tuviera un espacio para hablar de esos seres queridos que se han ido, sin que sean juzgados o tratados como enfermos.
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