- ¿Me avisa cuando llegue mi esposa, por favor? Quiero darle una sorpresa.
- Sí, claro, don Julio.
- Le voy a pedir casamiento, y será en la iglesia que ella siempre soñó, la Basílica Santa María del Mar en Barcelona. Ya hice los arreglos.
- Se pondrá muy contenta.
- Sí. Y después iremos de luna de miel a Marruecos. Ella quiere que pasemos una noche en el desierto bajo las caricias de las estrellas.
- Es un plan súper romántico, se pondrá muy feliz. Lo felicito don Julio.
- Es que sí, lo hago para eso. Quiero verla feliz. No me había dado cuenta de su amor incondicional hasta ahora. Todos estos años su vida giró en torno a mí y yo metido en las cosas del día, de la vida. Que la casa, que el trabajo, que el auto. ¿Qué viajar? Sí, claro, pero más adelante. Hasta que un día me di cuenta como en una revelación que lo único que me hace feliz es verla feliz a ella. Entonces me prometí: viviremos sus sueños hasta el último día de nuestras vidas.
- ¡Es muy lindo lo que dice don Julio!
- ¿Me avisa cuando llega? ¿Estoy bien peinado? Tengo un mechón que siempre se me rebela.
- Está espléndido don Julio.
- Una cosa más, ¿me traerías una copita de vino?
(…)
- Hola ¿doctor Barrios?
- Sí, diga.
- Don Julio, el paciente de la 26, pidió una copita de vino.
- ¿El viudo?
- Sí, el que se le murió su esposa en plena luna de miel. Hoy se cumplen diez años.
- Suspéndale la medicación por 12 horas. Sírvale. Yo mañana repongo la botella.
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